Tuesday, April 18, 2017

Ciudades fantasma


Cuando nos fuimos del barrio de Gracia pagábamos 600 euros por un piso de 55 metros, oscuro, con solo dos ventanas. Al concluir el contrato, la propietaria decidió que subía el alquiler hasta 990 euros, lo cual nos pareció una burrada y así lo manifestamos. Sus palabras fueron que, aún no siendo ella una ong, nos lo ponía barato, pues los pisos de la calle estaban ahora a más de mil, y que si decidiese alquilar por habitaciones a estudiantes (sólo había una y media, no sé cómo pensaba hacerlo), podía sacarse 1.200, por lo menos.
Saint Louis - Missouri

En algunos pisos, incluso, te hacen sentir deudor, aún pagando en algunos casos precios desorbitados (he llegado a pagar 700 euros por una habitación en el Raval ¡y de eso hace casi veinte años!). Como si el hecho de pagar no fuera suficiente para darme derecho a sentirme en mi casa, cuando en la mayoría de los casos estás cubriendo con creces la hipoteca al propietario, además de mantenerle la propiedad, casi siempre, a tu cargo.

Bueno, y ahora, para colmo, tenemos a Airbnb. Quizás sea todo otra conspiración más para sacar a la gente de las ciudades y romper los tejidos sociales: ¡esos rebeldes! ¡esos manifestantes!

He estado en ciudades fantasma. Estados Unidos está lleno de ciudades fantasma. Caminas por sus enormes avenidas con la sensación de haber llegado después de algún tipo de catástrofe. No hay negocios, no hay comercio, no hay niños ni escuelas ni perros ni gatos ni abuelos ni abuelas ni la gente toca la guitarra al amparo de alguna sombra. Las visitas porque ahí algo que ver. Siempre tienen alguna calle de espíritu bohemio donde los turistas nos aglomeramos a tomar y comer.


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