AMENAZA DE ANONYMOUS AL PARTIDO POPULAR

Jorge, Irene y la policía

“Tú lo que quieres es controlar mi vida. ¡Eres un machista”. Jorge iba a decirle que sólo es que pensaba que iban a pasar su cumpleaños en la cabaña, como habían hablado. Pero que si quería hacer otra cosa... Era su cumpleaños, al fin y al cabo. Pero Irene ya había colgado. ¿Qué había dicho él?

Pasó por casa de su amigo para ver el partido y le comentó el incidente. “Bah”, dijo éste, “las chicas hoy te llamen machista por cualquier tontería, está de moda, es como los políticos, que en seguida te llaman comunista o nazi”.

Pero Jorge no se tranquilizaba, así que más tarde llamó a Irene para hablar con ella y aclarar el tema. Quería que si ella realmente consideraba que él era machista, le dijera porqué. Pero ella no le cogía el teléfono, por más veces que la llamó. Al cabo de un rato recibió un mensaje: “que me dejes, pesado, que me estás ahogando”.

Así que decidió ir directamente a su casa a verla y como no estaba, la esperó en la puerta.

Irene no vino en toda la noche. Preocupado, a las siete de la mañana la llamó. Y a las siete y diez. Y a las siete y media. Y así cada media hora hasta que a la una del mediodía el teléfono contestó. Era una amiga de Irene. Le informó de que Irene se sentía asediada por él y que la dejara en paz por un tiempo, o llamarían a la policía.

España no cambia

España no cambia ni quiere cambiar, habiendo tenido la oportunidad. La historia se repite ya demasiadas veces, y duele especialmente ésta, en que parecía que sí, que nos rejuvenecíamos, que nos limpiábamos, que lo moderno, eficiente y honrado estaba a punto de llegar.

Vuelvo a sentir el yugo, como catalana. Solo hay que ver el mapa de votos. El Lazarillo gana. El Senyor Esteve pierde. Es mejor ser ladrón que honrado.

Dijo ayer Junqueras que el único cambio real es el de la República Catalana.

Si esta vez pudieran pactar una no investidura y gobernar en desacuerdo, como se hace en el resto de Europa, aún habría cierta esperanza. Déjense de líneas rojas y tozudeces y póngase a trabajar, ¡por favor!

La fiesta de la democracia

Internet permite que podamos votar sobre cada una de las cosas que nos incumben en lo común, siendo las máquinas quienes procesan y no suponiendo ningún coste desorbitado. Si así funcionáramos, la política sería parte de nuestra vida en todo momento, nos ahorraríamos el circo grotesco de lo del voto, elecciones, referéndums, mesas, controladores, policía y desfile de gente, se exhiban o se escondan, y no necesitaríamos ni partidos ni candidatos (de reyes ya ni hablo, por si no se puede).

Claro que el sistema tendría sus fallos, pero todo es cuestión de protocolo. Algo bien organizado puede combatir a los hackers. Comisiones de control debidamente protocolarizadas, serían realmente estrictas en la supervisión de la ejecución de la voluntad del pueblo.

Tanta norma ISO 9000, 14000, 3166, 26000, 50001, 31000, 22000, 27001, 45001, 37001 y 13485 que todos debemos cumplir en nuestros lugares de trabajo y yo no veo que los gobiernos tengan que cumplir nada, siendo las empresas más importantes del mundo. O a lo mejor sí, y no me entero.

Hoy, en vez de emocionarme, me he sentido ridícula. El planeta tiene problemas ya irreparables y nosotros aquí, jugando a la democracia, como quien entra en una casa de apuestas.

El capitalismo no era esto

Rabia e impotencia dan muchas cosas, pero que te digan: “lo siento, no se puede hacer nada, es el sistema”, es de lo que más, porque aunque ya lo sepas, que hoy nadie tiene poder alguno sobre ningún proceso que no sean los del propio cuerpo (y a veces ni eso), la fórmula pasiva, jode. El emisor se libra de conflicto emocional y desarma de argumentos al receptor. Y todos perdemos en humanidad.

Yo, por mi parte, dije que el sistema es un abuso obsceno y que me busco otra empresa. Y veo que no hay salida del sistema. Todas las empresas tienen las mismas condiciones una vez atraviesas los reclamos y te lees las normativas. ¿Qué clase de competencia es esto? El capitalismo, ¿era esto?

38€ ida y vuelta

Sería como un examen, con la diferencia de que para un examen puedes estudiar y, en esto, dependía totalmente de la destreza de un cirujano y de lo que fuera a encontrar, una vez dentro. Un examen a vida o muerte. No, no debía exagerar, ni dramatizar, ni estar tensa. Le habían dicho que procurara estar tranquila. Tenía las drogas para ello, aunque no las tomara. Y el pronóstico era bueno. O eso le decían.

“Entonces, ¿qué crees?”, insistió Toni. Ingrid no le miraba, no fuera a decir que la veía triste, o enfadada, o preocupada, pero, ¿tan difícil era de entender que ella fuera incapaz de hacer planes más allá del libro que iba a llevarse al hospital? Toni, frente al ordenador, esperaba impaciente una respuesta. La oferta del vuelo no iba a durar eternamente y si querían ir...