Friday, August 31, 2012

Tuesday, August 28, 2012

Bordeaux


Bordeaux 2012 © SBP
Me fasciné una vez con mi profesor de historia. Yo tenía quince y él veintitrés y no fue un amor platónico ni carnal. Era simplemente la persona que conocía cuya conversación me parecía más interesante. Yo no sabía que existían chicos así. Sus clases eran mejor que la mejor de las películas, que el mejor de los libros, más entretenidas y chisposas que cualquier plan con los amigos.

Una vez nos invitó a cenar a su casa. Éramos cinco o seis. Estuvimos escuchando discos y hablando de historia, fuera del programa. Al terminar el instituto no le vi más. Sé que se fue a vivir al Sur.

Inolvidable siempre la persona que, con ironía y exigencia, nos empuja más allá de los límites que tan rápidamente aceptamos.


Sunday, August 05, 2012

Medusas


Abel 21
Vaya, por fin vacaciones y el primer día que voy en autobús a la playa con mi tarjeta multiviaje (vacaciones de pobre), el litoral sufre una plaga de medusas que no tiene previsión de remitir. Los niños se bañan de todos modos, como dicta la lógica de quienes aún no conocen exactamente lo que es el miedo, y en desbandada salen del agua arrancándose los bañadores, que tienen pegados, en su interior, pedacitos de cuerpo de estos seres tan escalofriantemente hermosos.

En la cruz roja no disponen de hielo de agua de mar para todos y cunde el pánico. Unos acusan a los socorristas, que no cambiaron la bandera, a pesar de que por los altavoces no dejaban de avisar de que no se recomendaba el baño a causa de los bancos de medusas. Los socorristas, por su parte, se comportan como si una picada de medusa fuera lo más normal del mundo y que tampoco hay para tanto.

Mientras, y aprovechando estas olas juguetonas que son las que rompen las extremidades de los bichos, los surfistas disfrutan del mar para ellos solos. ¡Y venga a volar, a saltar, a llegar a la orilla en tres segundos! ¡Y de nuevo adentro! Braceando, incansables, a esperar la próxima ola para saltar sobre la tabla y domar los elementos.

No soporto la playa sino puedo bañarme. Me tomo la invasión de corpúsculos urticantes como una señal. Me voy a casa. Allí me quedaré. Me haré con un alijo de buen vino (pronto no podré comprarlo), dejaré de leer los medios o la red (y así no tengo que enterarme de barbaridades como la del obispo de Tenerife, que afirma que los menores desean el abuso e incluso lo provocan), y escribiré. Escribiré y fornicaré. Me parecen unas buenas vacaciones.

Hasta pronto, tutti-fruttis. Feliz agosto.