Tuesday, December 30, 2014

Despedida en el andén


Hacía frío, aunque yo no lo sentía y eso que tenía los pies mojados por la lluvia y había salido sin abrigarme, corriendo al darme cuenta de que había entendido mal la hora a la que tu tren partía, de que habías intentado despedirte de mí, en la locura en el albergue a raíz de las noticias. Todo el mundo intentaba volver a casa. Tú no, tú ibas aún más lejos, más hacia el conflicto.

En el andén busqué tu tren, pero no entendía las señales y no hacia más que correr, de una máquina a otra, con la esperanza de que me vieras. Y me viste. Saltaste del vagón, llamaste mi nombre. Corrí hacia ti y entré en tus brazos como si fueras el amor de mi vida, como si nunca más fuera a verte, como si todos los años y momentos y gente y viajes hubieran sido para finalmente poder besarte. Un beso caliente y convulso, punzante como una transfusión, una caída, un rugido en la selva.

Me pediste que fuera contigo, pero no podía. Me pediste que no estuviera triste, que no llorara. Y te sonreí. Me prometiste que volveríamos a encontrarnos, que esto no había terminado. Tu mano agitó la distancia entre nosotros en un largo adiós y aún en la curva pude ver tu rostro borroso. Entonces lloré y sentí el frío. Sólo te había conocido ayer y ya iba a echarte de menos siempre.

Saturday, December 27, 2014

Una oca en el balcón


En mi paseo he constatado que hay más balcones con banderas independentistas que con motivos navideños, aproximadamente a cincuenta banderas por cada ventana con luces. Es más, nunca se dan a la vez, la bandera y las luces. De todos modos, la mayoría de habitáculos parecen estar cerrados a cal y canto, con lo que los habitantes o bien pasan las navidades en casa de otros o han pasado directamente de las navidades, eso que siempre juramos hacer el próximo año.

Por eso ha sido sorprendente cuando al girar una esquina me ha cegado un inmueble entero iluminado de arriba a abajo con tal cantidad de luces que nunca había visto aquí, sólo en Estados Unidos, donde todo lo hacen “a lo grande”. No sólo no se podía mirar a las luces, por la intensidad, sino que de soslayo se podía apreciar que primaba la cantidad sobre la calidad y que, en verdad, las luces no estaban diciendo nada más que “mira lo poco que me importa gastar electricidad, total, me la van a cobrar lo mismo”.

Y ya en otra calle he visto en un balcón una enorme oca iluminada de un rojo anaranjado. He querido hacer una foto, pero en los bolsillos sólo llevaba un pañuelo usado, los guantes que al final no me he puesto y las llaves de casa.

Esto es lo que he encontrado en internet sobre la simbología de la oca:

En el antiguo Egipto, Amón, el dios tutelar de Tebas, asociado a Ra, el dios de los dioses del panteón divino egipcio, tenía dos animales sagrados: el carnero y el ganso. Mientras al Faraón se identificaba con Amón-Ra, al mismo tiempo, al Sol, su alma, se lo representaba mediante un ganso. Por eso, el ganso era una especie de ángel, es decir, un mensajero entre el cielo y la tierra, los dioses y los hombres. En el Imperio romano, el ganso era una representación de Juno, hermana y esposa de Júpiter, pareja en la que se reconoce a Hera y Zeus. De tal manera, en Roma, Juno Moneta era una diosa oracular, una pitonisa a la que se solía consultar y que prodigaba sus consejos, predicciones y advertencias. A su servicio tenía gansos que, gracias a la presencia de Juno, pudieron advertir a los soldados romanos durante la invasión gala en el año 390 a. C., episodio más conocido como ''los Gansos del capitolio'' (fuente: 20 Minutos, Listas Cultura, MITOS, LEYENDAS Y SIMBOLOGÍA DE LAS AVES).

Friday, December 19, 2014

Toward the winter solstice

Winter solstice lantern festival Vancouver

Although the roof is just a story high,
It dizzies me a little to look down.
I lariat-twirl the rope of Christmas lights
And cast it to the weeping birch's crown;
A dowel into which I've screwed a hook
Enables me to reach, lift, drape, and twine
The cord among the boughs so that the bulbs
Will accent the tree's elegant design.

Friends, passing home from work or shopping, pause
And call up commendations or critiques.
I make adjustments. Though a potpourri
Of Muslims, Christians, Buddhists, Jews, and Sikhs,
We all are conscious of the time of year;
We all enjoy its colorful displays
And keep some festival that mitigates
The dwindling warmth and compass of the days.

Some say that L.A. doesn't suit the Yule,
But UPS vans now like magi make
Their present-laden rounds, while fallen leaves
Are gaily resurrected in their wake;
The desert lifts a full moon from the east
And issues a dry Santa Ana breeze,
And valets at chic restaurants will soon
Be tending flocks of cars and SUV's.

And as the neighborhoods sink into dusk
The fan palms scattered all across town stand
More calmly prominent, and this place seems
A vast oasis in the Holy Land.
This house might be a caravansary,
The tree a kind of cordial fountainhead
Of welcome, looped and decked with necklaces
And centuries of green, yellow, blue, and red.

Some wonder if the star of Bethlehem
Occurred when Jupiter and Saturn crossed;
It's comforting to look up from this roof
And feel that, while all changes, nothing's lost,
To recollect that in antiquity
The winter solstice fell in Capricorn
And that, in the Orion Nebula,
From swirling gas, new stars are being born.

Timothy Steele (Toward the winter solstice)

Wednesday, December 17, 2014

Pienso sonreír cada día, aunque no estés aquí para verlo


Los contenedores de en frente siguen proporcionando gran entretenimiento. Anoche un guarro apuntaló un colchón manchado y deforme y un somier de láminas. Eran las tantas y lo pillamos in fraganti, porque tenemos en el pueblo un servicio de recogida de muebles fantástico, que sólo tienes que anunciar que soltarás prenda y ellos pasan a buscarlo. Eso sí, antes de las diez de la noche.

Esta mañana, como cada mañana, me he acercado a mirar qué se podía aprovechar de los deshechos de la noche (a veces hay una buena lámpara o una silla) y he visto escrito, en una lámina del somier abandonado: “Pienso sonreír cada día aunque no estés aquí para verlo”.

Me ha dado pena la cama, no tenía pinta de haber vivido un amor feliz.

Monday, December 15, 2014

Invasión de hormigas y tormentas en diciembre


La primera mañana lo habían cubierto todo, en la cocina. No quedaba una sola superficie. Los fogones, la cafetera, la madera del pan (limpia), el fregadero, el trapo de cocina. Las limpiamos, las echamos por el desaguadero, aplicamos producto en los lugares estratégicos y llegamos tarde al curro. El sábado por la mañana despertamos con una cocina reluciente y respiramos a salvo mientras preparábamos el desayuno con normalidad. Hasta que abrimos los cajones para pillar un par de cucharillas. Invadidos. Un manto negro en ebullición que se movía frenéticamente. Abrimos y estaban en todos los cajones. Esto fue bastante más laborioso de eliminar y nos llevo casi todo el día. El domingo ya nos acercamos a la cocina con aprensión. Pero abrimos cajones, armarios, inspeccionamos los cubículos y todo estaba limpio. Preparamos el desayuno con la perspectiva de un día blanco, liso, relajado. Hasta que después de comer descubrimos que había una plaga increíble dentro del lavavajillas y alrededor, como si pretendieran comérselo por dentro y por fuera. Desesperada, llamé a mi amigo el biólogo que nos aconsejó que lo mejor era dejarlas hacer su trabajo, que ya ellas solitas se iban después. Al fin y al cabo, lo que estaban haciendo eran tareas de limpieza, sino estuviéramos en casa, ni siquiera nos hubiéramos enterado de su presencia.

Fácil de decir, imposible imaginar cómo cocinar sin poder tocar ni los mandos. Quizás deberíamos habernos ido de casa y dejarlas, pero, ¡qué coño! ¡Ni siquiera pagan su parte del alquiler! Pusimos producto a conciencia, sellamos la cocina y, eso sí, salimos a cenar.

Por la noche llegó la tormenta, con truenos y todo. Nunca había visto tormentas en pleno diciembre. Ni hormigas. Normalmente dan por saco en septiembre y octubre.

Será interesante ver cómo salimos de esta, y no me refiero a mis problemas domésticos, sino a los cambios que se avecinan.

 

Wednesday, December 03, 2014

Me lo dijo Aurelio

fuente foto: La Vanguardia

Un hombre ha colapsado la ciudad hoy, al subirse a un panel sobre la ronda con la amenaza de suicidarse. Al final, los bomberos le han convencido para que bajara.

“Que puedo estar tranquila sino quiero hacer Navidad en casa, que lo podemos hacer en casa de ellos”, decía una voz de mujer. “Ya, pero luego van a estar toda la vida echándotelo en cara, que a su casa ya vamos para Reyes”, decía otra voz. “Que no, que no, que me lo dijo Aurelio, que no tenemos porqué hacer las cosas siempre igual y que este año ha pasado lo que ha pasado y ellos pueden y ya está, que el año que viene ya veremos”.

Mientras escuchaba esta conversación, algunos pasos tras de mí, las persianas de las tiendas se iban levantando. Faltaban pocos minutos para las cinco, aunque el frío y la repentina oscuridad indicaran que quizás fuera ya más tarde. Los escaparates se encendían, con toda la parafernalia de fiestas. Me han llamado la atención los dos locales vacíos que nadie se ha apresurado a conquistar, a tiempo para las ventas. Uno de ellos era una boutique de muebles estrafalarios, de precios desorbitados.