Wednesday, January 23, 2013

So cheesy



Esta expresión: “so cheesy”, sinónima de “lame”, “corny” o incluso “tacky”, a veces, y dependiendo del contexto – es decir, que algo muy “quesudo” sería equivalente a ser cursi, hortera o burdo –, siempre me hizo pensar en el queso cheddar.

Cuando vives por ahí y no precisamente en Francia, aprendes a apreciar el buen cheddar. No hay nada más fiable, más compacto ni más sabroso. Fuera de Iberia, los quesos fuertes (de consistencia) son rara avis. El queso es para fundir con algo, ¿para qué hacerlo duro? Sin embargo el cheddar, el buen cheddar, tiene la mágica consistencia. Lo mismo se sostiene en la punta de tu cuchillo un buen rato al final de la cena, que se derrite de inmediato sobre una hamburguesa.

El otro día descubrí que en el súper traían ahora un cheddar, así que el sábado, que celebrábamos el cumpleaños de mi hermano, lo puse en el plato junto con los demás quesos: de cabra de ceniza, de oveja curado, camembert, roquefort... Al verlo allí, tan naranja, tan obvio, de aspecto mantequilloso y vulgar, pensé “pobrecito, it's so cheesy”.

Luego resultó que en algún momento todos hemos comido cheddar y siempre llega el día en que se le echa de menos. Y triunfó.

Tuesday, January 22, 2013

Haircut


So here comes one day when the storm, this last storm, feels like receding and you know it because when walking, you are happily aware that your body is starting to become yours again - thought not the same. It will never be the same. Something there left to accept! And, right before you think which way to go, you decide it's time for a haircut. Mirror is always nicer to you afterwards.

I arriba a la fi un dia quan la tempesta, la darrera tempesta, sembla que es calma; ho saps perquè, tot caminant, experimentes feliç que el teu cos torna a ser altre cop teu, per més que canviat. Ja mai no tornarà a ser el mateix. Quelcom que hauràs de pair! I abans de pensar on aniràs, decideixes que t'has de tallar els cabells. El mirall serà més complaent amb tu, en acabat.

Pues llega por fin un día cuando la tormenta, la última tormenta, parece que amaina; y lo sabes porque al caminar eres consciente del feliz retorno de tu cuerpo, que vuelve a ser tuyo otra vez, aunque no igual. Ya no volverá a ser el mismo. ¡Aceptarlo queda pendiente! Y antes de pensar hacia donde te diriges, decides que hay que cortarse el pelo. Siempre agradarás mas al espejo, después.

Saturday, January 12, 2013

¿Han visto recortados sus derechos los trabajadores de las centrales nucleares?

Inútiles en el banco. Sólo tienen que darme un puto código, joder, y llevo ya tres viajes, con sus colas pertinentes. Sin éxito. ¿Es sólo en mi pueblo, que en el súper, a la mínima espera, ya están exigiendo de malas maneras y en cambio en el banco pueden esperar media hora entera, dócilmente y sin pestañear?

Inútiles en las superficies comerciales, en las tiendas de informática, en el taller, en las operadoras de telefonía, en el MacDonald's, en las estaciones de tren, en las estaciones de metro, en la notaría, en la gasolinera.

En el restaurante viene el camarero con la botella de vino abierta y va y la deja en la mesa y cuando le digo amablemente que debe enseñarla antes de abrirla y, en cualquier caso, abrirla delante nuestro, me responde si soy una de esas que antes fue camarera.

Recorta los derechos y el sueldo a tus trabajadores y verás lo que tardan en mearse en la masa de las magdalenas. ¡Cualquiera se fía!

Espero que no hayan recortado nada a los trabajadores de las centrales nucleares, porque en dos semanas entro a quirófano y no es que no me fie de los cirujanos, enfermeros y del hospital en general... Es que hay en el mundo mucho cabreo.

Wednesday, January 09, 2013

Carmelitas


Hay en mi pueblo una iglesia de carmelitas sepultada en los edificios que han ido creciendo alrededor. He ido con la intención errante de llorar, que es a lo que a las iglesias se va.

No sabía que llegaba al final de un servicio hasta que estuve dentro y me encontré con la algarabía de señoras vestidas de pieles (ni que estuviéramos en Finlandia), luciendo sus perlas y joyas y oliendo a sephora. Parecían recién salidas de la peluquería. Los hombres, más discretos, aunque claramente adoctrinados en el arte del buen vestir, participaban del encuentro, pero se les notaba que les sería más cómodo saludarse en el bar.

Bueno, ante tal escena, me han entrado más ganas de llorar pero, claro, la situación le quitaba todo el romanticismo. Es como si planeas la noche “Breakfast at Tiffany's” para soltar el moco con tu mejor amiga y va y se presenta con el novio. O algo así.

El caso es que he vuelto a la calle y en la entrada había un señor modesto, limpio y educado que pedía limosna y ofrecía su curriculum a cambio. Tres hijos. Esposa que limpia casas. Hemos conversado unos minutos. Le he dicho que tenía unos amigos que traspasaban el restaurante y que quizás el nuevo chef... Pero ni siquiera conozco al nuevo chef. Ni siquiera le han aprobado el crédito para el traspaso. Y no sé si necesitará ayudante...

No importa, me ha dicho él.

- ¿Vienes a menudo a la iglesia? - me ha preguntado
- Sólo cuando estoy triste.

Y me ha ofrecido su mano.

Dios, no tengo motivos. No tengo motivos...

Monday, January 07, 2013

Operetta

Nunca subestimes el poder de una muñeca.

¡Quién iba a decirme a mí que los Reyes Magos iban a traerme a Operetta! ¡Que quedó claro que no pedía nada!

Pero la ilusión y la locura deben delatarme. Supongo que se asustaron de verme buitrear por las habitaciones de las hijas de los amigos en busca de las divinas, las inigualables, las incomparables ¡Monster High!

Sí, parece un anuncio, pero no lo es.

Y como veis, aquí la tengo. Y los esfuerzos que hago por no meterla en el bolso y llevarla conmigo a todas partes.

¡Jopeta! No tenía ni idea de que era tan niña todavía.

p.d. Los putos Santas siguen colgados, ¡siguen colgados! De los balcones junto a las banderas independentistas. Pero ¿Qué está pasando? ¿Por qué no salimos ya directamente disfrazados a la calle según el color de...? No, es igual, no he dicho nada, ya tengo suficiente con béticos, culés, pericos, merengues, mostachones, cuatro-teteros... Y yo que me avergonzaba de confesaros lo de la Monster... Bah humbug!

Thursday, January 03, 2013

Burn, Santa burn!


Bueno, va, ánimo, que ya sólo queda una fiesta. La más bonita cuando eres niño. Por muchos enanos rojos que suban por escaleras de plástico a los balcones, lo que los niños en verdad esperan es la llegada de los Reyes Magos, en sus esplendorosas carrozas con sus angelicales pajes, arrojando caramelos a la multitud. Lo ves en las calles, esa dinámica, esa histeria, esa proximidad del día más importante. Las criaturas corren desorganizadas y borrachas. Los adultos ya no pueden más.

Los adultos van cayendo... No son sólo los excesos de las fiestas, sino el estrés de las semanas precedentes. Todo el mundo piensa que la Navidad es un coñazo, montarla, atravesarla, limpiarla, y todo el mundo se alegra cuando termina. Y al bajar la guardia, al quedarse de nuevo a solas con sus rutinas, llega el momento de ir de urgencias. Estómagos desordenados, pulmones anegados, reumas paralizantes; abismos a la muerte a menudo insalvables, para los más mayores.

Mientras, en los centros comerciales, los niños hacen colas de caracol para acceder al rey mago del color de turno y entregarle una carta con todos sus deseos. Sólo que no son deseos, es “la lista de cosas que piden que los reyes les traigan”.

Yo, naíf que era y naíf que soy, nunca pedí nada material. Pedía un deseo. Y por mucho que cada año, cuando se acerca la noche mágica, me diga, qué tontería, no seas niña, algo en mí se niega a renunciar a la ilusión de que alguien, algo, quien sea, más allá, escuchará mi deseo.

Hay figuras que no perduran pasado el día, su día: Carnestoltes, el Dimoni, las Fallas, el Muñeco de fin de año... Sin embargo, a tres de enero, continúan colgados los santas, más allá de su propósito original.

¡Prmf! A la hoguera con él, ¡Ya!