Monday, January 12, 2015

Sweet disposition

Always a pleasure to dance this song once again.



In fact, it was Axwell's remix:



Sweet Disposition
Never to soon
Ohh reckless abandon
Like no one’s
Watching you

A moment, a love, a dream, a laugh
A kiss, a cry, our rights, our wrongs
A moment ahh, a love, a dream, a laugh
A moment ahh, a love, a dream, a laugh
So stay there
Cause I'll be coming over
And while our bloods still young
so young it runs
We won’t stop till it's over
Won't stop to surrender

Songs of desperation
I played them for you

A moment, a love, a dream, a laugh
A kiss, a cry, our rights, ours wrongs
A moment ahh, a love, a dream, a laugh
A moment ahh, a love, a dream, a laugh

So stay there
Cause I'll be coming over
And while our bloods still young
so young it runs
We won't stop till it’s over
Won't stop to surrender

A moment, a love, a dream, a laugh, a kiss,
a cry, (won't stop till it’s over) our rights, ours wrongs
A moment, a love, a dream, a laugh, a kiss,
a cry, (won't stop till it’s over) our rights, ours wrongs
A moment, a love, a dream, a laugh, a kiss,
a cry, (won't stop till it’s over) our rights, ours wrongs
A moment, a love, a dream, a laugh
A kiss, a cry, our rights, ours wrongs
Won't stop to surrender

Friday, January 09, 2015

Orgullo y satisfacción - Homenaje a Charlie Hebdo - número especial - descarga gratuita

http://www.orgulloysatisfaccion.com/charlie/

Número especial - Enero 2015

Charlie Hebdo, sus dibujantes y periodistas, han sido, desde que tenemos uso de razón, el referente para los que ejercemos este trabajo. Gamberros, irresponsables, graciosos, blasfemos y, sobre todo, libres. El miércoles 7 de enero la barbarie puso precio a todo eso y nosotros nos sentimos huérfanos. Gracias Cabu. Gracias Charb. Gracias Wolinski. Gracias Tignous. Gracias Honoré. Gracias Bernard Maris.
Gracias Charlie Hebdo.

Dirigen y coordinan

Guillermo, Albert Monteys, Manel Fontdevila, Bernardo Vergara, Manuel Bartual

Escriben y dibujan

Ágreda, Albert Monteys, Alberto Gónzalez Vázquez, Asier y Javier, Bernardo Vergara, El Mundo Today, Guillermo, Isaac Rosa, Iu Forn, Javier Pérez Andújar, John Tones, Lalo Kubala, Luis Bustos, Malagón, Manel Fontdevila, Manuel Bartual, Mel, Oroz, Paco Alcázar, Paco Sordo, Triz

Diseño y maquetación

¡Caramba!

Programación

Sergio Manzanera

EDITA

Orgullo y Satisfacción, S.L.

Monday, January 05, 2015

Taxi


Son las cuatro y media cuando suena el despertador y no hemos dormido ni tres horas. Nos abrazamos en el frío, pero nuestros cuerpos ya no calientan lo mismo. Acaban de pasar la compuerta de la descompresión y nuestras mentes han trabajado duro en la vigilia para prepararnos a la separación. No podemos caer dormidos de nuevo, el tiempo está contado.

Me levanto y mientras entras en la ducha voy a la cocina a preparar el desayuno. Un café, una tostada. Demasiado temprano para un zumo. Remuevo mi café mientras te observo recolectar las últimas cosas, comprobar que no te dejas nada: el carné de vacunación, el pasaporte, la tarjeta de embarque. Por fin te sientas a tomar el café conmigo. Son las cinco. Aún falta mucho para que alumbre un poco el sol y cante el primer pájaro. Por la ventana, la luz naranja de las ciudades del área metropolitana, que da esa angustiosa sensación de abandono en un polígono industrial.

Nos decimos las pequeñas palabras tranquilizadoras, que nos queremos, que nos echaremos de menos, que me llamarás en cuanto llegues, que son sólo tres semanas, que con suerte, si el planning va de cara, podrás volver antes de tiempo, que lo pase bien en la fiesta de Dorothée y Alfredo, que salude a todo el mundo de tu parte, etc.

Aún estás aquí, tan dormido, tan guapo, tan agobiado por tener que ir, pero es parte de tu trabajo, las misiones, ya se sabe. Intentamos llevarlo lo mejor que sabemos. Y sabemos que la distancia no romperá la comunicación, que pensaremos en el otro todo el tiempo y nos sentiremos, como nos sentimos en el día a día que pasamos también separados, de la mañana a la noche.

Suena el teléfono. Tu taxi ya está en la puerta. Es mejor así, no llevarte al aeropuerto. ¿Para qué? ¿Alargar la despedida?

Te ayudo con tus cosas, bajamos a la calle, me besas con tanto amor y esa sonrisa, esa sonrisa que tanto me alimenta. Entras en el taxi y te alejas, la silueta de tu rostro y tu mano en la ventanilla trasera diciéndome adiós, y yo en medio de la calle desierta, con los dos brazos, ya llorando.

Imposible evitarlo. No importa cuantas veces haya pasado y cuantas veces más vaya a suceder. No es algo a lo que pueda acostumbrarme. ¿Cómo se acostumbra una a pasar el tiempo lejos? ¿Queriéndote menos? Mi vida sin duda, sigue. El trabajo, los amigos, las clases, la fiesta, el piso, el cumpleaños de mi prima. Ni siquiera es cuestión de montar otras rutinas. Es sólo que tú no vas a estar.


Friday, January 02, 2015

Beso en el aeropuerto


Estaban frente al control. Sandra aún tenía media hora antes del embarque, pero estaba ansiosa por entrar ya y perderse un rato en la librería del duty free. Erik la miraba con ojos aguados. Sandra le había pedido que no viniera. ¿Qué más podían decirse? Se había quedado tres días más de lo previsto. Habían hablado más, comido más, follado más, paseado más y visitado más museos de lo previsto. Por su parte, estaba saciada. Era la primera vez que se sentía así, que no tenía el peso de la separación en los huesos. Al contrario, tenía muchas ganas de estar sola.

-Gracias por todo -dijo-, ha sido genial.
-¿Seguro que no puedes quedarte? -Preguntó él.
-No... Ya he alargado al máximo.

La verdadera demanda era que se quedara esta vez, para siempre, que lo dejara todo, que empezara aquí, junto a él. Con su currículum, no debía tener problema alguno en encontrar un buen trabajo. Y él podía ayudar unos meses. Se las apañarían. Hacía demasiado tiempo que vivían así. Ya no le bastaba con ser su amante. Quería ser su hombre. Y era ella quien conocía la lengua y la cultura de su país, era la más fuerte de los dos, la que podría sobrevivir el cambio.

Pero no matizó sus palabras. La besó con carne y lengua, con el sabor del último vino que habían compartido con vistas a la ciudad nevada.

-No estés triste -sonrió ella. Le dio un abrazo fuerte y dijo-: me voy, ya sabes que no soporto este momento.

Entró en la fila compacta de gente que ordenadamente iba dejando objetos en bandejas y despojándose de abrigos, botas, cinturones, joyas y la parafernalia que habita en los bolsillos. Sandra se volvió, del otro lado del escáner, y saludó. Erik sonrió y devolvió el gesto. Por un segundo había parecido que en vez de marchar, estuviera llegando.