Repetíamos en un
restaurante que nos encantó. Patio de vegetación frondosa, la emisora jazz de San Francisco y una cocina excelente.
Será que las segundas veces nunca son tan buenas. Como si de
un programa de Chicote se tratara, en la cocina estalló una pelea
que nos hizo sentir vergüenza ajena, luego nos violentó y
finalmente nos hizo temer por el destino de los platos que aún
estaban por llegar.
Mal rollito, mal rollito.
En pleno verano, con el calor y de guardia en el trabajo, aún jode más.
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