Friday, June 09, 2006

siesta

S.B. se despierta de la siesta desorientada. Recuerda los pensamientos que tuvo mientras creía que una vez más le sería imposible quedarse dormida. Entre sueños tuvo frío e hizo de su cuerpo un nudo. Al despertar no pudo encontrarse las piernas ni los brazos. Al despertar tenía en la cabeza un grito, pero no era suyo, ni de Hugo, ni de Anaïs, ni de Henry, ni de June. Tenía una llamada perdida de Jack y tuvo la intuición de que Lauren acababa de marchar. Otro extranjero más que regresaba a su país y dejaba la ciudad sin que S.B. hubiera tenido la oportunidad de despedirse. Fríamente pensó: “me alegro de que no soy yo, de que tengo mi sitio en el centro, de que no tengo que estar yendo y viniendo”. Entró en la cocina a prepararse algo de comer pero se dio cuenta de que ardía entre las piernas y corrió a abandonarse a la caricia del vibrador. Después sí que cenó. Se sentó a escribir unas líneas pero el vecino de al lado tenía la tele a tope con el fútbol. Pensó: “¿Ya ha comenzado el mundial? El fútbol parece no terminar nunca”. Así es, S.B., una puede correr, huir, cambiar de país, cambiar de amor, cambiarse el color del pelo, el nombre, e incluso volverse loca y creer que el mundo es por fin otro, pero el fútbol, mi niña, no termina nunca.

S.B. cerró todas las ventanas pero la televisión tenía el volumen tan alto que ahora vibraba en paredes y suelos, de modo que abrió las ventanas de nuevo y puso música. Jack llamó y S.B. le dijo que estaría un rato más trabajando en las memorias de su tía, pero era mentira, en verdad estaba trabajando en un poema imposible que no tiene palabras escritas, que no tiene palabras de ningún tipo, la verdad, y que comenzó en cuanto se sirvió una copa de vino. Las memorias de su tía la hunden hoy, no hacen más que recordarle el mundo tan consentido y abominablemente ostentoso que entre todos construimos. No los que llegan en pateras, claro. Aunque es un hecho demostrado que cuando un pobre consigue algo de dinero su primer afán es el de ostentar más que el rico. Pero el mundo de la Guerra Civil le quita la energía, las ganas, la ilusión. Se da cuenta de que el equilibrio social se sostiene de un hilo y de lo poco que importa si el universo se está expandiendo o encogiendo y quién o qué hay realmente detrás de todo ello. La incertidumbre no construye vidas. La incertidumbre las destruye, mucho más rápido que el efecto invernadero. El dinero construye vidas. El dinero y las leyes, la amistad, el fútbol, la música, el arte, los estatutos, el sexo, el amor, la familia (de todo tipo y color), la electricidad (nuclear o no), los bosques, la lluvia (a ver si por fin llega), el sol y el fin de las guerras.

1 comment:

  1. Anonymous7:41 PM

    Sip... el fútbol siempre formará parte de nosotrxs.. especialmente hoy.... Buen blog, y buenas letras

    ReplyDelete