¿Ves cómo tampoco había para tanto?
Lo difícil es dejar de dar vueltas sobre el propio mareo porque al principio parece que vas a perder pie.
Aún más.
Y ya se ha ido. Se ha ido y estás sola, con tu cuerpo, con tu alma, con tu respiración.
Dime de qué tienes ganas. No puede ser que no te apetezca ni un cóctel de gambas con un vinito blanco, ¡que eso entra solo!
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