Tuesday, December 08, 2009

Día quieto de invierno

Pues he decidido no cumplir con ningún compromiso, excepto el de tender la colada. Me fui a la playa con una copa de vino blanco (me miraban por la calle, todo tiene un precio) y el Mondo Sonoro.


Dormir trece horas droga. Necesitaba sentir que no me duele nada.


De un edificio al otro las voces del aperitivo se propagan. Es el momento loco de las cotorras. Mueven sus vidas tropicales en círculos y de verde fantasioso cabalgan cobre y oro el quieto día de invierno.


Vale, soy exigente. Peor aún, necesito ser mejor. Si yo sintiera que un día he fracasado, sería el comienzo del fin. Pero hoy… Hoy es fiesta. Y mi cuerpo quiere deshacerse de mí. No quiere forzarse, no quiere perderse. Ni sentirse culpable.


Las olas vuelven y los gritos distantes de los niños, que no descansan, que no ralentizan, intoxicados de vida.


Siempre seré niña, porque lo que disfruto hoy, es lo que deseaba a los nueve años. Crecer es conseguir lo que quieres. Y el dolor de este mundo, de mi mundo, no puede romper el amor que siento por el sol.


Cuando mis manos se crispan de impotencia, monto una fiesta.



1 comment:

  1. Anonymous1:30 PM

    Sempre hem de desitjar que, inclús les nostres llàgrimes, siguin de colors.

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