Claro, te acostumbras a ver las cosas como están. Los libros en el orden que les quisiste dar o puede que no se te permita poner nada tuyo en ningún lugar. La cuestión es que te has acomodado. Marchar, ¿para qué? No sientes desazón alguna. Ninguna duda. Ni siquiera cuando te acercas a casa y deseas que no haya nadie.
Pero, ¿te da miedo? Te preguntan. No, respondes. ¿Pereza? No, nada, es que ya estoy bien.
Ya estar bien es contentarse con lo que se tiene, lo que no deja de ser una cualidad: ama a quien tienes al lado.
Quizás sea así para mucha gente, que nunca les llegue ninguna hora de la verdad.
Sin embargo y hasta que se demuestre lo contrario, sólo tenemos una vida. ¿Vamos a vivir siempre la misma?
Comodidad, pereza y miedo son el mismo sentimiento, disfrazado de tradición. Pero la tradición, para ser útil, debe ser capaz de renovarse. No lo digo yo, lo dijo Vicente Aleixandre.
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