Hace dos veranos me fui al culo del mundo donde mi hermano había encontrado un trabajo, lejos de la insaciable marabunta social. A la espera de que terminara su jornada, di un paseo por las siete calles y media. Una iglesia románica en ruinas y una moderna, de ladrillo, en forma de pirámide, con su feliz familia de cigüeñas.
Me sobresaltaron unos llantos, quise caminar en dirección contraria y sin embargo me encontré sin querer frente al balcón del que emanaba el plañir de las mujeres por un muerto.
Me sobresaltaron unos llantos, quise caminar en dirección contraria y sin embargo me encontré sin querer frente al balcón del que emanaba el plañir de las mujeres por un muerto.
Desde entonces he vivido dos muertes importantes, en directo y en retransmisión a tiempo real, en facebook. Cada pensamiento, cada recuerdo, cada lágrima que necesita creer que hay ahí hombros donde caer.
Me parece más sano e higiénico que encerrarse a llorar.
Creo que nací con las lágrimas contadas. Así pues, no he tenido más remedio que aprenfer a dosificarlas.
ReplyDelete¿Retransmitida en directo por el facebook? ¿cómo así?...
La retransmisión del dolor, de la pérdida, de la ausencia, de la imposibilidad de la vida sin la persona amada. Hasta que poco a poco, las palabras escritas van creando la senda del restablecimiento.
ReplyDelete¡Saludos!
p.d. Yo en cambio, lloro hasta al reír...