No puedo detener el recuerdo. Viene solo, directo. Y eso que no quedaron fotos, ni libros, ni cartas, diarios, discos, perfumes, postales ni fetiches. Nada por mi parte. No me gustan los trofeos. No soporto el enganche emocional del que los vampiros del tiempo parecen disfrutar.
Pero ya ves, he visto la foto, vuestra
foto. Vino Sonia a casa y trajo una caja repleta de chirimbolos de
hace veintiocho años. A ella le hacía ilusión, recordar todas las
pequeñas cosas, en vez de ponernos al día de quien somos ahora, que
es lo que yo quería.
Aquella foto, qué tontería. La foto
de entonces. Y llegó con ella toda esta tristeza y un terrible dolor de cabeza. Nada concreto. O sí. Es como un golpe de Enemigos de lo
ajeno, las diez canciones en un chute de dolor repentino, en una cueva
oscura y profunda, arriba de un rascacielos, lejos de todo.
Construir, crear, caminar. Construir,
crear, caminar. Construir, crear, caminar.