En el cielo, los tentáculos luminosos de Montjuïc y, desubicadas, algunas estrellas. En los otros balcones se movían siluetas. En verdad, no hacía frío.
Irse, esa era una de las cuestiones, porque la ciudad es un escaparate y comienza a doler en los huesos ser maniquí. Y también, ¿Existe la música sin nosotros? El sonido no se propaga sin atmósfera, puntualizó el experto en espacio. ¿Solipsismo? ¿Y los dioses del Olimpo, adónde fueron cuando los gestionaron los romanos? Nada de amor. No hablamos para nada del amor. Excepto cuando bailamos “me cago en el amor” al descubrir que los anfitriones tenían unlimited Spotify (con grandes carencias por cierto, ¡gracias youtube!).
Después nos desnudaríamos y buscaríamos la canción perfecta, la canción que lo resumía todo, la mejor canción del mundo.
Demasiado vino más tarde, era de día y Bacus y Afrodita esperan hoy el templo metafórico que prometimos. Yo ya he comenzado. Todo lo bueno, viene de Canadá, ¿no?
Todo lo bueno viene de Canadá, sin ninguna duda...
ReplyDeleteEse territorio poderoso pero neutral...
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