Después de leer comentarios tristemente ignorantes sobre la jornada 
de ayer, me veo obligada a puntualizar, para quien no lo sepa, que “l'11
 de setembre” es (al margen del sentimiento patriótico y lo que 
históricamente representa), el día de la comunidad autónoma de Catalunya, como cada una de las comunidades tiene el suyo propio.
Lo digo porque hay quien se piensa que un jueves cualquiera hemos pasado de ir a trabajar y nos hemos lanzado a la calle.
También para dejar claro que la obvia mayoría de los que estaban en la calle (paso de la guerra de cifras), ha usado este día de 
fiesta para pasarlo en la capital, desde primera hora, junto con sus 
conciudadanos, para estar listos a tiempo de reivindicar de manera 
colorida y visible la libertad fundamental del voto. Que es en las urnas
 donde se resuelven este tipo de conflictos y no a gritos entre 
tertulianos que no representan a nadie.
Podríamos haber ido a la playa, que el día era estupendo. Podríamos 
haber ido a la montaña, de barbacoa, de costillada, al cine. Podríamos 
habernos quedado en la cama, empinando el codo en el bar u ocupándonos 
de la colada atrasada.
Que no es porque nos sobre el tiempo, sino porque el tiempo importa.

 
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