picture by zweifellos mondbetont |
De lejos se te quiere y nunca se te exige nada. Es más, siempre serás una visita exótica.
A menudo, el fin llega cuando la matriarca (a quien toda la vida todas las descendientes han puesto a parir porque manda mucho y organiza la vida de todos) se muere y te das cuenta de que ya nada te obliga, que es el fin de las ataduras, que eres ¡libre! es decir, lo que siempre habías deseado, pero a la vez, qué sentimiento más raro, ¡como de haber perdido a tu tribu!
Por supuesto, si hay herencia, la cosa se complica y entramos directamente en terreno militar.
A veces es una tragedia innombrable: la primogénita, el lucero del pueblo, la alegría del mundo entero, que muere de un terrible accidente la noche de su dieciocho cumpleaños, como en una peli de Disney, pero sin atenuante de hada madrina.
Todos dicen que ha ido al cielo, pues no puede desearse mejor lugar.
Pero si supieran adónde Lucera ha ido realmente a parar...
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