Son palabras. La abuela dice que su mente está en silencio, que no piensa. Para no pensar yo pienso en palabras. Bombilla, peine, uña, calefacción, pene, sangre, reloj. O si cierro los ojos de camino en un tren e intento pensar en algo bonito, lo primero que llegan son imágenes de violaciones y tortura. Inclusive con niñas y niños.
Quiero vomitar.
Debería haber continuado estudiando. Cuando se estudia no hay espacio en la mente para lo demás. Curiosamente lo he dejado para poder tener más espacio en la mente.
Buscando sosiego, vuelvo a leer la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Un poco de sol pellizca la niebla pero la niebla ni siquiera tiembla. He sido malvada en mi dolor. Una siempre es malvada con el propio dolor. Más que nunca parece que los demás no sufran. Somos 6 758 784 011 personas en el mundo. Dijo mi padre: no te cargues todo el peso a tus espaldas.
Mi egoísmo consiste en mi escala de valores. Y aunque soy sumamente tolerante, llega un día en que pierdo la paciencia.
Cuando esto sucede, suelo arrepentirme después.
Nunca voy a ser libre.
Pero siempre puedo volver al Tequila, el bar. Y allí regresar a un cuerpo más joven, más ilusionado, más fuerte.
Como nos paremos tanto tiempo en analizar todo, no vamos a querer vivir.
ReplyDeleteBruja