Es obsceno y además de una chulería mafiosa repugnante. Tan repugnante como el talentoso Mr. R., cuyos improperios durante los partidos muestran su pusilanimidad como persona, por muy gran esgrimista del balón que sea.
Pensar que vamos a tener a este fantoche en la liga la próxima temporada me carga las pilas. ¡Por fin podré insultar!
Y mientras el pueblo mendiga por las calles.
Como en La Habana, donde los turistas exhiben sus mejores joyas y comen marisco al son de la puesta de sol mientras en las esquinas los niños juegan con piedras, nuestro país es y será tercermundista, hasta que se despoje de poder a todos los altos cargos bien pagados que pueden mover el dinero de donde quieran a donde les dé la gana.
Los que no cobraban ni 700€ al mes y que jamás tuvieron propiedades ni oportunidad de ahorrar ni acceso a créditos hacen ahora cola por una comida al día.
Esto no es fútbol. Es pedantería y pillaje. La guerra sin normas. O sea, terrorismo de club.
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