La propaganda nunca ha funcionado conmigo. Más me bombardean, menos me entero. Y mira, que cuando finalmente he necesitado llamar, no me venía a la cabeza el número. Ningún número.
Regresaba a la vila, después del trabajo, la tarde bochornosa y blanca y por la rambla, en mi dirección, se acercaban una pareja joven con un niño en el carrito. Que discutían era obvio, porque gesticulaban violentamente y gritaban. La chica se agachó para agarrar una mochila que había en la plataforma inferior del carrito. El chico entonces la empujó al suelo y le pegó una patada en el estómago. La chica se incorporó como si nada. Miré a mi alrededor, sólo había unos ancianos y el grupo de síndrome de down con su monitora, que estaban con la horchata, los juegos y a lo suyo.
Me crucé con la nefasta pareja. Latinoamericanos, él gordo y feo, ella, una muñeca. No me regodeo en los tópicos, pero a veces simplemente son, y por experiencia sé que toda América (excepto Canadá) es machista y que incluso ellas son machistas.
Ella volvió a intentar llegar a la mochila y él la volvió a empujar y la golpeó en la cara.
Me quedé clavada, decidí seguirles un rato, a cierta distancia, a la espera de que apareciera algún agente y me tocara testificar, o, en su defecto, a la espera de acordarme del número. No me venía ninguno, ni el del maltrato, ni el de emergencias, ni el de la policía, ni el de la guardia urbana. Sólo el 911, que aquí no sirve de nada.
- No sé porqué te pones así – exigió ella con voz histérica -. Sólo quiero mirar la mochila.
- Que no miras nada, hija de puta, que me tienes harto – y corrió hacia ella, porque ella había vuelto a pillar la mochila - ¡Harto! – Gritó mientras la agarraba del brazo, le quitaba la mochila y volvía a golpearla.
- No t’hi fiquis – va dir un home al meu costat -. Els segueixo des del carrer de la Mercè.
- No hauríem de trucar algú?
- Per quan arribin els agents, ja hauran agafat el tren.
Els vam mirar fins que van desaparèixer al carrer cap a l’estació.
- És ella la que ha de tornar a casa amb ell, la que ha de dormir amb ell, la que ha tingut el fill amb ell. Si ens hi fiquem, potser empitjorem les coses.
I bé, vaig passar pel supermercat, vaig fer la compra, vaig arribar a casa, vaig fer el sopar.
Quan et tenen subjugada només penses com pots fer-ho, perquè no et torni a cridar, perquè no et torni a colpejar. Els diners que se’n destinin a alliberar les subjugades del món són pocs, estiguem o no d’acord amb les campanyes, retinguem o no la informació.
Ara ja no oblidaré el número, que no em sabia perquè no el necessito, però sempre el poden necessitar les altres.