Confirmo que las chicas, en nuestro plan inicial, lo que más queremos es divertirnos. Pasa que la vida puede dar muchas vueltas y en la calle luego ves de todo.
Parece que estas humillaciones implícitas no molesten a nadie.
¿Qué puedo gritar, en caso de presenciar una de estas escenas que para mí son, de lo obsceno, lo más? Algo del estilo de “marrano”, cuando alguien tira su mierda por la ventanilla del coche. O “robo, robo”, cuando se produce un hurto.
Hoy, al terminar mi circuito, me crucé con una pareja de mediana edad en un banco. Él fumaba distendido, reclinado hacia atrás y me dedicó una mirada vieja y verde total. La mujer, arrodillada junto a él, le limpiaba los zapatos con un pañuelo de papel.
Ya sé que hay cosas peores, crímenes de verdad. Pero es que el día que un hombre me pida que limpie la mierda de sus zapatos, lo nuestro habrá terminado.
¡Bellaco! Le gritaría a él. Y a ella ¡Necia!
La historia de la humillación de la mujer comenzó con su ambición de poseer objetos que le dieran un status frente a las otras mujeres, sus rivales. Y para que los hombres pudieran conseguir objetos para ellas se creó el mercado y después la sociedad de consumo.
Si en algún momento bien primigenio la mujer se plantara y dijera NO, paso de tu dinero, de tu piso, no quiero tener hijos, ya vivo bien con mi modesto sueldo y mi vida está completa saliendo de fiesta con las amigas, otro gallo cantaría.
Sí, claro, existe el amor. Pero ya sabemos que excepto en casos emocionalmente maduros, el amor es un espejismo donde corrompemos nuestras fantasías.
No comments:
Post a Comment