─ Mamá, ¿Cuándo sea más mayor, me dejarás venir a jugar al fútbol aquí?
Pablo se ha detenido y señala hacia un lugar indeterminado, entre edificios, un hundimiento deliberado, un proyecto abandonado de parking, quizás, con un bloque de tres pisos por techo.
Lo miro algo confundida. Si yo fuera una niña algo mayor, vendría aquí a darme el lote, pero ¿a jugar al fútbol?
Lo miro algo confundida. Si yo fuera una niña algo mayor, vendría aquí a darme el lote, pero ¿a jugar al fútbol?
Pablo, ansioso por mi respuesta, se apresura a ilustrarme:
─ Los niños más mayores juegan al fútbol aquí. Los he visto. A mí me gustaría venir.
Confío totalmente en su criterio y digo:
─ Pues claro que sí, Pablo. Cuando seas más mayor…
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