Lo aprendes de pequeña, al tiempo que aprendes que si un hombre mayor te mete mano, es mejor callarlo, pues de
saberlo los demás, quien sufrirá la marca serás tú, y además ya no podrás salir
con ninguno de los chicos que te gusta.
Es cuando descubres lo cobarde que
eres.
Ese niño en clase abre la cartera de otro niño y le roba el bocadillo. Tú lo ves, vas a decir algo, y el niño te mira y te hace un gesto cómplice de silencio. No sabes aún que exista la maldad y te quedas helada, sin saber cómo reaccionar. De algún modo sabes que si te chivas, vas a sufrir las consecuencias.
Ese niño en clase abre la cartera de otro niño y le roba el bocadillo. Tú lo ves, vas a decir algo, y el niño te mira y te hace un gesto cómplice de silencio. No sabes aún que exista la maldad y te quedas helada, sin saber cómo reaccionar. De algún modo sabes que si te chivas, vas a sufrir las consecuencias.
És possible que la covardia, entesa com a eina d'autodefensa, sigui, potser, necessària. Però cada cop trobo a faltar més la temeritat...
ReplyDeleteI jo... I la gosadia també... La provocació a què ens estem acostumant no deixa de ser comercial i esterotipada. Hi ha excepcions meravelloses, com en Jordi Évole. Gràcies per la visita.
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