Dijo la catalanista que era una falta
de respeto que un ignorante rompiera un círculo de sardana del
domingo en la plaza de la Catedral para introducirse en el baile sin
saber bailar. La catalana humanista dijo que, en la presunción de
inocencia, tal vez la persona ignorante (una turista, por ejemplo,
una china) creyera, al ver a tanta gente dándose la mano, que era
señal de simpatía y hermandad participar en el baile folclórico
del lugar. La catalanista, ofendida, esgrimió que no se trataba de
folclore, sino de un símbolo de la perseverancia del pueblo catalán.
La humanista apuntó que ella había creído, quizás ingenuamente,
que el símbolo representaba la unión de un pueblo, a través de la
fiesta, de la danza y que en ningún lugar estaba escrito que el
símbolo incluyera a un número determinado de personas. La
catalanista defendió una teoría de las parejas, de la altura
equilibrada y de la veteranía. La humanista destacó que en
ilustraciones de la edad media, en las sardanas había todo tipo de
personal, sin importar la altura, la edad, el peso, la procedencia,
la destreza o el sexo. La catalanista arguyó que había que saber
contar, para bailar una sardana. La humanista dijo que, en su humilde
experiencia, sólo hacía falta que una persona del círculo supiera
contar y añadió que, de todos modos, era sólo una sardana, nada
tan complicado como tocar la guitarra, y no ves a los músicos que
prohíban a un principiante pegarse unos toques en una jam. A lo que
la catalanista reaccionó abandonando la mesa.
Pensativa y triste, la catalana
humanista perdió interés en todo debate político, dado que aún
tanta gente sigue considerando que los símbolos son más importantes que el
pensamiento, que las personas, incapaces de mantener una
discusión sin ofenderse, sin escuchar. Como si nunca
hubiera existido el Renacimiento, Charles Dickens, Einstein, Monty
Python, Pere Calders o Pulp.
No estoy para metáforas o profundidades varias.
ReplyDeleteMolas. Y punto.
Bruja
nice, tú cuál eres?
ReplyDeleteyo fui espectadora...
ReplyDeleteLo viste muy bien, y le has dado un dinamismo al cuento, estupendo. Salud
ReplyDeleteGracias por vuestros amables comentarios.
ReplyDeleteJajaja, esto es una anécdota real: hace unos años fui unos días a Barcelona por trabajo. El domingo de resaca ninguno de mis compañeros quiso salir del hotel y yo me fui a conocer el parc Güell, y de paso disfrutar del solecito de mayo. Había una banda tocando y grupos de gente bailando sardanas. Sentí una fuerte tentación de unirme espontáneamente a uno de ellos. Sólo me frenó esa patosidad y falta de coordinación mías. No habría sido capaz de imitar los pasos y me dio miedo que pensaran que me había metido ahí en el círculo a reirme de ellos. Y eso que no sabía lo que este baile significa o simboliza para mucha gente.
ReplyDeleteEn cuanto a debates políticos, símbolos y la incapacidad de la que hablas de algunas personas, no sé, en parte son los resultados de no haber sido educados en el pensamiento crítico. Aquí hablo también por mí, que ahora de mayor intento educarme en este aspecto.
Guinda
En la mayoría de encuentros de sardanas, existen unas "rotllanes obertes", en las que todos el mundo es bienvenido y se puede entrar y salir libremente, aprender y disfrutar.
ReplyDeletePara mí lo más difícil es mantener la postura erguida y "flotante" todo el tiempo, que es lo que produce la sensación de ingravidez.
Gracias por compartir tu historia.