El dragón que rescató al fuego

Meses sin curiosidad esotérica. Ni horóscopos, ni señales, ni diosas. A lo más, la mística flauta de Jethro Tull un domingo por la mañana.

Hasta que soñé que un dragón descendía sobre el océano, donde una gran bola de fuego me protegía. Me dijeron que eso era buena suerte.

No somos consumidores mediocres, nos preocupa el futuro. Un buen libro puede conmovernos.

Sólo cuando todos seamos libres, seremos libres.

Conoceremos el origen del universo, seremos felices, generosos, con sentido del humor. Nuestras herramientas serán la ciencia, la filosofía, el arte, el civismo.

El dinero será un valor de cambio en una red de comercio equitativo y los criminales estarán en la cárcel; deberán trabajar por el bien común, es decir, generando energía.

El amor será pleno, pues no habrá odio, frustración, ni resentimiento.

Viviremos de manera natural y sin guerras hasta que un día, sin humillación ni impedimento, iremos a dormir y por la mañana habremos muerto.