Tuesday, March 05, 2013

Un cajón con veintitrés rotuladores verdes

Con toda probabilidad (y a pesar de creer que me esfuerzo por no molestar) consiga a lo largo del día irritar a un considerable número de gente, conocida, desconocida, personas con las que no me volveré a cruzar.

Más me disgusta mi entorno, más debo irritar.

Y ahora mismo, en mi entorno, el nivel de egoísmo es tan alto, que el tema se trasladó directamente a los lavabos y me pillaron echando pestes.

Hay cuatro instalaciones, tres de las cuales tienen ventanas, son grandes y abiertas, mientras que la otra es, si quieres, más elegante y hay que caminar menos, pero está cerrada y sin ventilación. ¡Pues el día entero huele a mierda! Que no paran de cagar, ¡oye! Y claro, el olor se extiende por los pasillos y al final por el edificio entero y me dicen que estoy paranoica o embarazada por sentir nauseas y yo no me puedo creer que no lo huelan y que no piensen en irse a algo más lejos a soltar su mierda, como alguna vez, por enfermedad, me he visto obligada a hacer yo.

“Si la gente no huele su propia peste, ¿qué futuro nos depara?”

Esta es la gloriosa frase que frente al espejo cascaba bien convencida en plan mitin a un par de compañeras, cuando se abrió la puerta de un apestoso manantial y de él emergió Mrs. X, que de inmediato me saludó por mi nombre.

Cosas de convivencia básica, como el uso de los aseos, ¿Es que la gente no tienen vergüenza? 15 minutos de máquina de lavarse los dientes y no se le ocurre que podría llevar en el bolsillo un ambientador personal. ¿Dónde termina lo nuestro y comienza lo de los demás?

Me enseñaron educación y decoro, que la libertad mía termina en la de los demás, que la vida es compartir... ¿Y para qué? ¿Para que me convirtiera en una intolerante de la desfachatez?

Ha querido el destino hoy que se me pidiera ir a buscar un asunto al cajón de Mrs. X. Considero que, por rango, Mrs. X es la persona que más debería predicar con el ejemplo. En su cajón he encontrado, nada más y nada menos, que veintitrés rotuladores verdes, de los que en seguida se terminan, de los que nadie sabe nunca a dónde han ido a parar... En su envoltorio, ¡Por estrenar!

No es que haya descubierto que por acumular fosforitos durante cuatro años esta persona sea ruin. Comete a diario avaricia (de la pura y dura), ira, envidia y soberbia. ¿Qué son veintitrés rotuladores? Comparada con los grandes bribones que nos tienen asidos a su feudo, Mrs. X no deja de ser alguien que sin serlo se cree reina.

Me cuesta estos días visualizar a los fantásticos seres humanos que sueñan y luchan por un mundo mejor. Sólo veo a garbanzos, patéticos y podridos, aferrarse a la vida a base de acumular caprichos y manías que siempre acabamos pagando los demás. Y estos garbanzos, son los que tienen los puestos de mando.

Ah, España, dictada por inútiles con graves complejos de inferioridad intelectual y emocional que nunca admitirán ni tratarán con un psicólogo. ¿Progresar como personas? ¡Para qué! ¡Cuánto trabajo! Si ya desde pequeños aprendieron la fórmula mágica del maleducado: la autoridad.

2 comments:

  1. Tengo una norma: jamás usar otro retrete que no sea el de casa.

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  2. Ah, amigo, ¡si todo el mundo se ciñera a esa norma tan básica!

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