Quedó resuelto el misterio de la
señora Elvira, que desapareció misteriosamente sin despedirse de
nadie. Hoy me llamó por equivocación e, ilusionada, quiso
aprovechar para ponernos al día. Lástima que, antes de poder
explicar o preguntar, dijera: pero qué terrible lo que os está
pasando en Cataluña ¿no? Menos mal que ya no estoy allí, no sé si
podría resistirlo. ¿A qué te refieres?, le pregunto. Pues a lo de
la tensión creciente, que vais a la guerra civil y nos vais a
arrastrar al resto de España con vosotros. No lo digo por ti, ¡eh!
Que ya sé que te sientes catalana, pero de las buenas, lo digo por
el nazi este que tenéis al frente. ¿El president Mas? Matizo. Ese,
ese. Me parece super-fuerte lo que está haciendo. Bueno, es
político, argumento, se aprovecha del filón, como todos. Ya, ya,
pero eso de prohibir el español, que mira, hasta Wert ha tenido que
meter la obligación del castellano en la ley, y no me extraña,
porque es muy injusto no poder aprender en tu propia lengua... Pero
ya, con eso de ir a los franceses con el cuento y pedir ayuda al
ejército francés para luchar por la secesión de España, ahí ha
ido muy lejos.
Yo alucino. Ya sé que se miente en
otras comunidades para que se nos odie. También se dicen muchas
mentiras de los americanos, de los alemanes, de los rumanos y de los
andaluces. Pero, ¿tantas? Una cosa es estereotipar para poder contar
un chiste, y otra (y muy peligrosa) es presentar a cualquier desafío
intelectual como terrorismo.
Comienzo a pensar en qué responder,
mientras ella sigue con su discurso, del cual sólo aprendo que ahora
vive en Aranjuez y, deduzco, a juzgar por la información que tiene,
que allí se cuentan muchas mentiras peligrosas. También pienso en
el equipo de fútbol de mi barrio que, a parte de ser mixto y sólo
por ello un logro socio-cultural, tiene chavales y chavalas que
hablan entre sí con la lengua de su madre (ruso, árabe, castellano,
catalán o rumano), chapurreao entre ellos (como siempre se ha hecho) y los entrenadores les hablan en castellano,
catalán o inglés, indistintamente. Me parece un modelo de
integración bastante exitoso.
Pero Elvira sigue con lo suyo y al
final se me hace tarde y le digo que tengo que colgar.
Algo así no cambiará mi amor por el
Maestro Rodrigo, cuyo concierto, por cierto, compuso en el exilio y
estrenó mundialmente en El Palau de la Música Catalana en 1940,
Barcelona.