Yo alucino. Ya sé que se miente en
otras comunidades para que se nos odie. También se dicen muchas
mentiras de los americanos, de los alemanes, de los rumanos y de los
andaluces. Pero, ¿tantas? Una cosa es estereotipar para poder contar
un chiste, y otra (y muy peligrosa) es presentar a cualquier desafío
intelectual como terrorismo.
Comienzo a pensar en qué responder,
mientras ella sigue con su discurso, del cual sólo aprendo que ahora
vive en Aranjuez y, deduzco, a juzgar por la información que tiene,
que allí se cuentan muchas mentiras peligrosas. También pienso en
el equipo de fútbol de mi barrio que, a parte de ser mixto y sólo
por ello un logro socio-cultural, tiene chavales y chavalas que
hablan entre sí con la lengua de su madre (ruso, árabe, castellano,
catalán o rumano), chapurreao entre ellos (como siempre se ha hecho) y los entrenadores les hablan en castellano,
catalán o inglés, indistintamente. Me parece un modelo de
integración bastante exitoso.
Pero Elvira sigue con lo suyo y al
final se me hace tarde y le digo que tengo que colgar.
Algo así no cambiará mi amor por el
Maestro Rodrigo, cuyo concierto, por cierto, compuso en el exilio y
estrenó mundialmente en El Palau de la Música Catalana en 1940,
Barcelona.
Per què la separació d'una parella a de portar a l'odi entre els germans? Ningú no és propietari de l'altre ni dels fills. Separació pacífica i civilitzada. Com diu Espriu: "Els homes no poden ser sinó són lliures".
ReplyDeleteReflexió interessant des de l'estimació... Però, és l'amor qui guanya?
ReplyDeleteyo soy fan de Catalunya y los catalanes, oh si.
ReplyDeleteJa ja chiquillo, gracias. La verdad es que yo preferiría no tener que defender nada, pero ya se sabe que en todas partes hay gente que no deja vivir. No me gustan las banderas. Sólo pongo la mía el día de un ataque muy directo, muy insultante. Saludos.
ReplyDeleteen Catalunya una vez vi un grafiti que decía "no a las banderas, si al amor"
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