El final de la fiesta: limpiar, ordenar, recuperar... Reposar en los dedos las heridas que dejaron las cuerdas.
Cuando las visitas te cuentan sus
historias, es viajar, aunque claramente no haya motivo alguno para alejarse demasiado de este mar, digamos, más allá del Montsec, del Cadí o del Delta del Ebro.
Y luego el momento de silencio, breve
bajón antes de la próxima, muy ahorita, visita.
Sólo me queda arrodillarme sobre la
arena a besar esta tierra, aún sabiendo que puede haber, no muy
cuidadosamente enterrado, un condón usado.
Este año hemos conseguido ir y venir,
sobre todo que vinieran, y no abandonar el Mediterráneo, porque aún
trabajando, fíjate, te sientes de vacaciones.
Barcelona... Fue una suerte de
elecciones ancestrales nacer aquí... Y haber regresado a
tiempo.
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