A medida que los años pasaban, las casas se abrían más, a pesar de hacerse más pequeñas. Cenas de siete acababan siendo de veinte. Fiestas de treinta terminaban en ochenta. Excursiones de cinco llegaban a un albergue poblado, donde conocer nuevas pistas sobre lo próximo que hacer en la vida. Y todo el mundo ofrecía algo. Y todo se repartía.
Me cuesta entrar en el zapato de la intimidad premeditada. Para mí la intimidad es cuando improvisas en la fiesta para pasar un rato con alguien en concreto, charlar, correr aventuras, lo que sea, hasta una barbaridad. Y luego volver y poder hacer eso con alguien más. Y más. Y más. Y por eso me es difícil encontrar el tiempo para todos los tête-à-tête individuales, separados en espacio y tiempo, cuadrando agendas y preferencias, cuando para mí lo natural es la pandilla, quedar todos el domingo, digamos, y hacer una barbacoa.
las pandillas son los mejores lugares para crecer, claro, en sentido figurado.
ReplyDeleteMolt d'acord. Ets una perfecta organitzadora de trobades "super interesants i divertides". Endevant!!!!!!! salutacions
ReplyDelete-amantis -
En catalán decimos, "quan més hi serem, més riurem!" - cuantos más seamos más vamos a reir.
ReplyDeleteUna abraçada.
Pues yo de pandilla no soy. Es que me intimida la mucha gente, me corto y no sé qué hacer. Acabo siendo el raro, el que no habla. Yo soy más bien de ir de uno en uno. En el cuerpo a cuerpo rindo más.
ReplyDelete¿Qué pasó con lo de "ex-tímido"?
ReplyDeleteNá. Eso de la timidez no se quita!
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