Ha sido un mes en el que me he visto confrontada a pijos, en una zona de la ciudad, además, de la que huí de joven, pues no podía sobrevivir en aquellos trabajos, con hombres y mujeres maleducados, prepotentes, superiores, manipuladores y agresores emocionales que siempre te harán sentir como una invisible pero muy apestosa mierda en el camino de su conseguir la chorrada que desean, para lo que, sin duda alguna, te utilizarán, aunque apestes.
En mi ingenuidad (me resisto a
abandonarla, no quiero ser cabrona), de algún modo pensaba que este
tipo de gente ya sólo existía en los telediarios, con el brazo
levantado y la mano extendida y que lo del gobierno facha y su corte era algo que pronto caería por su propio anacronismo, estupidez y ausencia de belleza.
Con el cuerpo lleno del mal rollo que
genera la exposición a las personas que se creen en el derecho de aprovecharse de los demás, cuyos trabajos consisten en la especulación, llego de noche al
supermercado y ahí están las niñas de la playa de este verano, hijas de trabajadores, de
uniforme del banco de alimentos, simpáticas, gráciles, convincentes
(“Sobre todo que no caduque”).
Y al darme cuenta de que
había terminado la semana, de que estoy en casa, de que elegí un
pueblo y que la gente de mi pueblo es buena gente, me ha salido la
frustración en forma de lágrimas (así de inútilmente).
Irónico que esta fuera la semana en la
que preparaba un artículo sobre la asertividad, que personalmente no
me ha servido de nada.
Y ya estaba en la cola del
supermercado, con mi paquete de alubias, piña, alcachofas, atún y
tomate natural triturado para el banco de alimentos y el saco de
naranjas que había venido a buscar, creyéndome de vuelta a lo
normal y libre de la gente de mal, cuando una muchacha rubia
planchada, bronceada, carmín rosa, grandes pendientes brillantes y
cazadora ajustada de algún animal peludo, se ha dirigido a mi amigo
Tintín-J el reponedor:
“Ooooojeeeee, ¿me puedes ayudar?
Quiero comprar algo para los pobres, pero no sé qué, ¿Qué comen
los pobres?”
Tintín-J ha respondido perplejo: “pues lo que todo el mundo".
Y ella, juguetona: “no, va, en serio,
que yo nunca he hecho esto, ¡recomiéndame algo! Va... Que es para
los pobres, pobrecitos...”
Yo no podía dar crédito a la semana
en general, cierre de Canal 9 incluido, y esto ya me superaba.
Emergía en mí la valentía que había
sido humillada, avergonzada y discapacitada (me sorprende la parálisis que siento a veces ante situaciones que no comprendo que se estén produciendo).
Me salí de la cola dispuesta a soltarle a la pija: “pues a las víctimas de este sistema del cual obviamente tú te aprovechas bien lucrativamente, les iría bien un juego de sartenes, una cafetera, jabón para la ropa, vino, del bueno, alguna botella de cava, unas latitas de berberechos, almejas, mejillones, sardinas, cerveza...”
Me salí de la cola dispuesta a soltarle a la pija: “pues a las víctimas de este sistema del cual obviamente tú te aprovechas bien lucrativamente, les iría bien un juego de sartenes, una cafetera, jabón para la ropa, vino, del bueno, alguna botella de cava, unas latitas de berberechos, almejas, mejillones, sardinas, cerveza...”
Pero mientras ordenaba todo esto en mi
cabeza, Tintín-J le ha pasado un cartón de leche.
Confieso: no me siento nada orgullosa
de mí misma, noviembre de 2013.
Me dejaste sin palabras...
ReplyDeleteEso que has escrito, es como una pintura bella y triste del mundo en el que nos toca vivir. (Bella por la profundidad de los sentimientos que transmites, y triste por el contenido)
A veces me da por pensar, que hay personas que viven en una especie de realidad paralela, en donde no existe otra cosa más importante que ir de compras, leer revistas de moda, y planificar las próximas vacaciones. (En New York, claro)
Imagino que si hubieras tenido la oportunidad de soltarle tu discurso a la pija, ella te hubiera mirado con cara de espanto. Se hubiera espantado, pero no por el contenido de tus palabras, sino por no entender de qué le estabas hablando. (Seguramente, si le hablabas sobre la última colección de Louis Vuitton, te hubiera entendido perfectamente)
Ojalá algún día todo esto cambie para mejor, aunque tristemente, lo veo poco probable...
Un saludo muy grande desde Argentina! Me ha encantado leerte!
Gracias por la visita y por compartir tus pensamientos... El día en que seamos suficientemente inteligentes, generosos y valientes como para hacer comprender a esta pandilla de mimados que lo hermoso es dar forma a lo que uno lleva dentro, el mundo habrá cambiado.
DeleteEl saber hacer de los Cherokee, vaya...
No te preocupes chica! Posiblemente no hubiera entendido una palabra de lo que le dijeras.
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