Sunday, June 25, 2017

Baudelaire y PJ Harvey


¡El equilibrio! ¡La solución del post-milenarismo! Encuentra el equilibrio entre tu vida laboral y tu vida familiar (conciliación, “equilibrio” sería demasiado genérico, aunque luego generalicemos tanto). Y luego conserva tu afición, porque es sano, es bueno para ti, aunque ya la metamorfoseaste, dejó de ser vocación, de las vocaciones no se vive, pero los “hobbies” son necesarios para el equilibrio mental (como en las pelis de los 50).

¡Y encuentra el equilibrio de pareja! ¡Venga, va! ¡Que el día a día no apague la pasión! Si no es posible, buscad un terapeuta. Un coaching. Y es lógico. Siempre hubo alguien, ¿no? Un cura, un amigo, tu tía molona, un psicólogo...

Encuentra el equilibrio entre tus deseos y tus posibilidades. No pidas más de lo que puedes obtener. Confórmate. Sé feliz. Si eres feliz, todo lo demás vendrá luego.

Y si matan a otra mujer y luego por la calle ves que un chaval insulta a una chica porque tiene el culo gordo, o le falta una teta, o su falda es muy corta o lleva el pelo verde y puede que sea lesbiana, dile algo, anda. Al machista, claro. Dile que es inaceptable

El mundo es tan sospechosamente cristiano, machista, elitista, conformista, que el punk todavía hace falta. Sobre todo, las mujeres punk.

En el parque: hola qué tal, qué te cuentas, pues quisiera contar, no sé, ¿Tú recuerdas quién era Baudelaire? Pero claro, antes de poder incluso terminar el pensamiento ya estoy recibiendo el detalle de la última proeza de los pequeños. ¿Y qué hacer? No es el lugar de ser punk. No que Baudelaire lo fuera. O quizás lo fuera, a su manera. Y Debbie Harry cantó un rap antes que cualquier otra blanca, o blanco.

¡El equilibrio! ¿Cómo ser punk y elegante a la vez? La elegancia es un requisito indispensable a la supervivencia de la especie. Si queremos un mundo mañana, hay que ser elegante. Hay que ser diplomático. Ya sabemos que sin revolución no hay cambio. Pero sin... ¡Pero ¿qué digo?! ¡Qué simplista! Volvamos al origen. El amor.

¡El amor! ¡Si hay que creer en algo es en el amor! ¿Significa eso ofrecer siempre la otra mejilla? ¿Significa rendirse? ¿Sacrificarse? ¿Barrer y zurzir hasta que un príncipe nos rescate?

Ayer íbamos con Astronauta por la calle y se fue corriendo a la bici de una niña grande. ¡No toques aquí! ¡No toques allá! Gritó aquella otra madre. Astronauta la miró sin comprender. Yo tampoco comprendía. ¿Acaso podía hacerse daño con el timbre, con el freno, de una bicicleta? Astronauta dio la vuelta y se abrazó al sillín. Qué valiente, qué ganas tiene de poder hacer todas las cosas. ¿No querrá montar en la bici? Dijo la otra madre. ¡Y qué sé yo! ¡Cómo si yo supiera leer mentes! Y además, pues es una bici preciosa, ¿no querrías montar tú?

Me reprimí. Quisiera, quise, quiero, pero la evidencia muestra que no soy punk. No quiero enfadar. Me falta libertad. Todavía, a pesar de la experiencia y bla bla, me preocupa demasiado lo que los demás piensen de mí.

En fin, os dejo, que igual me da tiempo a un poco de PJ Harvey. Elegancia y punk.

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