¡El equilibrio! ¡La solución del post-milenarismo! Encuentra el equilibrio entre tu vida laboral y tu vida familiar (conciliación, “equilibrio” sería demasiado genérico, aunque luego generalicemos tanto). Y luego conserva tu afición, porque es sano, es bueno para ti, aunque ya la metamorfoseaste, dejó de ser vocación, de las vocaciones no se vive, pero los “hobbies” son necesarios para el equilibrio mental (como en las pelis de los 50).
¡Y encuentra el
equilibrio de pareja! ¡Venga, va! ¡Que el día a día no apague la
pasión! Si no es posible, buscad un terapeuta. Un coaching. Y es
lógico. Siempre hubo alguien, ¿no? Un cura, un amigo, tu tía
molona, un psicólogo...
Encuentra el equilibrio
entre tus deseos y tus posibilidades. No pidas más de lo que puedes
obtener. Confórmate. Sé feliz. Si eres feliz, todo lo demás vendrá
luego.
Y si matan a otra mujer y
luego por la calle ves que un chaval insulta a una chica porque tiene
el culo gordo, o le falta una teta, o su falda es muy corta o lleva
el pelo verde y puede que sea lesbiana, dile algo, anda. Al machista,
claro. Dile que es inaceptable
El mundo es tan
sospechosamente cristiano, machista, elitista, conformista, que el punk
todavía hace falta. Sobre todo, las mujeres punk.
En el parque: hola qué
tal, qué te cuentas, pues quisiera contar, no sé, ¿Tú recuerdas
quién era Baudelaire? Pero claro, antes de poder incluso terminar el
pensamiento ya estoy recibiendo el detalle de la última proeza de
los pequeños. ¿Y qué hacer? No es el lugar de ser punk. No que
Baudelaire lo fuera. O quizás lo fuera, a su manera. Y Debbie Harry
cantó un rap antes que cualquier otra blanca, o blanco.
¡El equilibrio! ¿Cómo
ser punk y elegante a la vez? La elegancia es un requisito
indispensable a la supervivencia de la especie. Si queremos un mundo
mañana, hay que ser elegante. Hay que ser diplomático. Ya sabemos
que sin revolución no hay cambio. Pero sin... ¡Pero ¿qué digo?!
¡Qué simplista! Volvamos al origen. El amor.
¡El amor! ¡Si hay que
creer en algo es en el amor! ¿Significa eso ofrecer siempre la otra mejilla? ¿Significa rendirse? ¿Sacrificarse? ¿Barrer y zurzir hasta que un príncipe nos rescate?
Ayer íbamos con
Astronauta por la calle y se fue corriendo a la bici de una niña
grande. ¡No toques aquí! ¡No toques allá! Gritó aquella otra
madre. Astronauta la miró sin comprender. Yo tampoco comprendía.
¿Acaso podía hacerse daño con el timbre, con el freno, de una
bicicleta? Astronauta dio la vuelta y se abrazó al sillín. Qué
valiente, qué ganas tiene de poder hacer todas las cosas. ¿No
querrá montar en la bici? Dijo la otra madre. ¡Y qué sé yo! ¡Cómo
si yo supiera leer mentes! Y además, pues es una bici preciosa, ¿no querrías montar tú?
Me reprimí. Quisiera,
quise, quiero, pero la evidencia muestra que no soy punk. No quiero
enfadar. Me falta libertad. Todavía, a pesar de la experiencia y bla
bla, me preocupa demasiado lo que los demás piensen de mí.
En fin, os dejo, que igual
me da tiempo a un poco de PJ Harvey. Elegancia y
punk.
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