Tuesday, June 13, 2017

Látex

He tenido el impulso de comprar una libreta. He estado media hora examinando con la dependienta cuál sería la más adecuada, atendiendo a mis actuales circunstancias. ¡Cuántas libretas hay en el mundo y siempre: “si fuera más delgada” o “más pequeña”, “sin rallas ni cuadros”, “con la tapa un poco más blanda”. ¡Hace tanto que no tenía una libreta! Bueno, no, claro que tengo una, más bien un lugar donde anotar teléfonos y hacer las cuentas o incluir algo en la lista de la compra. Con una cría que se escapa siempre me es difícil usar el smartphone, no me acostumbro, un pedazo de papel me permite tener un ojo en lo que escribo y el otro allí lejos, donde debería haber un semáforo y un paso de peatones, pero no los hay.

La acabo de estrenar, ahora que mis padres están al cargo un rato. He escrito lo que soñé, o lo que queda de ello a estas horas. Algo angustioso, regresivo, fantasmal. Mi letra es horrible y ya no puedo escribir pequeño. Me ha entrado un calambre en la mano. Se me ha abierto el corte del dedo. Veo que no tengo las muñecas curadas aún. Y el contacto con el papel, tan seco, me ha dado dentera. Supongo que cuando escribía a mano cartas de quince páginas a doble cara mis manos, a parte de ser muy jóvenes, no se pasaban el día fregando.

Quizás cuando vuelva a intentarlo me ponga los guantes de látex.

De momento, y una vez escrito, el sueño es una soberana tontería de estas que proyecta el inconsciente de quien quiere ser valiente y es cobarde, o sea, yo. No creo que al teclado hubiera sido menos cutre que a boli.

2 comments:

  1. Yo también compro a veces libretas, y tampoco puedo ya escribir con letra pequeña. Y qué decir de la caligrafía! Y de mis sueños!
    Sic transit gloria mundi, my friend.

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    1. Algún sueño extraño aún quedará...

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