Sospecho que este condicionamiento salió de los jarrones de porcelana china y, con el tiempo, hasta a los que no tenemos porcelana en casa nos ha dado por actuar como si la caída de cualquier trasto nos acarreara una gran desgracia. Incluso recuerdo que una vez, durante un fuerte movimiento sísmico, me sorprendí salvando un enorme florero en la sala de espera de no recuerdo qué institución por puro automatismo (y eso que normalmente detesto las instituciones donde me toca hacer la espera y de buena gana les rompería un par de jarrones chinos si estuviese seguro de salir impune). Quizás por causas parecidas tratamos de pescar al vuelo el sentido de las frase y todo acaba en malos entendidos. Saludos y espero que no haya sido mucho más que un rasguño.
Ja ja, ¡qué buena anécdota! ¡Ay qué ver lo que llevamos en los genes, pues! No me extraña que el fuego me dé pánico y, a la vez, ¡ganas de saltarlo! ;-) Gracias por la visita y le comentario. Saludos.
Sospecho que este condicionamiento salió de los jarrones de porcelana china y, con el tiempo, hasta a los que no tenemos porcelana en casa nos ha dado por actuar como si la caída de cualquier trasto nos acarreara una gran desgracia. Incluso recuerdo que una vez, durante un fuerte movimiento sísmico, me sorprendí salvando un enorme florero en la sala de espera de no recuerdo qué institución por puro automatismo (y eso que normalmente detesto las instituciones donde me toca hacer la espera y de buena gana les rompería un par de jarrones chinos si estuviese seguro de salir impune). Quizás por causas parecidas tratamos de pescar al vuelo el sentido de las frase y todo acaba en malos entendidos. Saludos y espero que no haya sido mucho más que un rasguño.
ReplyDeleteJa ja, ¡qué buena anécdota! ¡Ay qué ver lo que llevamos en los genes, pues! No me extraña que el fuego me dé pánico y, a la vez, ¡ganas de saltarlo! ;-) Gracias por la visita y le comentario. Saludos.
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