Tuesday, January 23, 2018

Las empresas pueden cambiar el mundo (acordemente con la luna, ¡Claro que sí!)


Una vez trabajé en un restaurante en América.
(sí, otra batallita de las mías, old Blanche).

En una de las dos reuniones diarias (¿sabéis que en los sitios donde se hacen reuniones dos veces al día y se acuerdan los temas de forma práctica no hacen falta asambleas y a veces ni sindicatos? No digo que tenga que funcionar, sólo digo que estuve en una corporación donde funcionaba, donde, además, los trabajadores éramos accionistas), bueno, pues en una de esas reuniones, los chicos, que eran minoría, plantearon que sería útil para el equipo saber cuales eran los días en que las mujeres menstruábamos. Nos pareció una idea genial, no solo porque así ya no teníamos que preguntarnos entre nosotras, sino porque íbamos a poder prever y organizar cambios de turno, acordemente con nuestras necesidades privadas y, además, nuestros compañeros podían organizarse también para cubrir turnos, a veces los buenos, a veces los malos, pero, oye, que mejor saber lo que va a pasar, si se puede ¿no? De modo que en el calendario enganchábamos una flor de vinilo con las iniciales de las que íbamos a menstruar.

Eso removió también el tema rollete en las noches de fiesta. 



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