(Mamá,
no te flipes al leer esto, es solo una hipótesis para defender el caso
de lo indefensas que estamos, desde la concepción; y por supuesto, nada
tiene esto que ver con los maravillosos compañeros de viaje que sois
todos los hombres, a excepción de los pervertidos).
En la vida me violaron dos veces. Una a los 9 años y otra a los 30.
Entiendo por violación una penetración (pene, dedo, lo que sea) sin petición expresa, con coacción física o moral, en cualquier agujero.
Nunca denuncié.
Entendí que, al no haber sido capaz de reaccionar al momento, había consentido y era mi culpa. Por cobarde.
Creo que antes de la primera agresión, ya había sufrido algún abuso. Y sin duda de memoria, los sufrí después.
Lo que entiendo yo por abuso: un uso de la autoridad, normalmente mediante chantaje moral, para tocamientos, sin penetración.
Abusos y violaciones conforman nuestra personalidad, nuestro criterio, nuestra capacidad, la confianza en un mundo mejor para nosotras y nuestras hijas.
Hay que reformar la ley: al margen de las evidencias igualdad/desigualdad en la situación, se necesita un marco en el que quede claro si la persona realmente quiere. También hay que reformar a toda una sociedad que da lugar a un juez que estima que, por el vídeo, a pesar de que no parezca que ella (18 años) esté disfrutando y ellos (cinco adultos fornidos que la penetran en manada) jalean, graban, humillan, se jactan, roban su ropa y su móvil al abandonarla a su suerte, no se deduce violencia, porque no hubo golpes.
El mensaje es escalofriante.
Y, desde luego, hay que reformar la ley acordemente a la anatomía: agujero=violación, no agujero=abuso. Estipulando ambos casos, obviamente, como agresión.
En la vida me violaron dos veces. Una a los 9 años y otra a los 30.
Entiendo por violación una penetración (pene, dedo, lo que sea) sin petición expresa, con coacción física o moral, en cualquier agujero.
Nunca denuncié.
Entendí que, al no haber sido capaz de reaccionar al momento, había consentido y era mi culpa. Por cobarde.
Creo que antes de la primera agresión, ya había sufrido algún abuso. Y sin duda de memoria, los sufrí después.
Lo que entiendo yo por abuso: un uso de la autoridad, normalmente mediante chantaje moral, para tocamientos, sin penetración.
Abusos y violaciones conforman nuestra personalidad, nuestro criterio, nuestra capacidad, la confianza en un mundo mejor para nosotras y nuestras hijas.
Hay que reformar la ley: al margen de las evidencias igualdad/desigualdad en la situación, se necesita un marco en el que quede claro si la persona realmente quiere. También hay que reformar a toda una sociedad que da lugar a un juez que estima que, por el vídeo, a pesar de que no parezca que ella (18 años) esté disfrutando y ellos (cinco adultos fornidos que la penetran en manada) jalean, graban, humillan, se jactan, roban su ropa y su móvil al abandonarla a su suerte, no se deduce violencia, porque no hubo golpes.
El mensaje es escalofriante.
Y, desde luego, hay que reformar la ley acordemente a la anatomía: agujero=violación, no agujero=abuso. Estipulando ambos casos, obviamente, como agresión.
¿O no es una agresión cada vez que alguien usa su superioridad para obtener algo de ti?
Ya no estamos en la edad media, ni en la dictadura, ni en la transición. Estamos en la era de los derechos humanos. Y no hace falta que nos descuarticen para acusar y procesar a los que vulneran los derechos humanos.
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