Supe
lo que sentías por mí el día en que echaste una cucaracha en
mi cerveza y me miraste desafiante, con ojos de bribón y sonrisa de
lobo. Era exótico. Más exótico que la flor más rara. Y más
acorde a tu personalidad. Guardé ese instante como un secreto. ¿Con
quién iba a compartirlo? En cuanto todos se dieron cuenta de la ocurrencia, transformaron la magia
de tu confesión en una competición de escatológicas gamberradas.
Que te digan "te quiero", como que muy manido, ¿no? Sé yo de una que como le hubieran puesto una cuca en su cerveza, por mucha sonrisa de lobo y ojos bribones ... Pero, en fin, cada uno confiesa sus sentimientos como quiere (y a veces hasta tien éxito)
ReplyDeleteYa, pero a veces, sino se especifica, tantas cosas que podrían demostrar amor se pueden entender de otra manera... Y no me refiero al abuso, por supuesto... Mira, yo una vez, quise tanto a mi amigo, que cuando me tocó la mala suerte telefónica de decirle que nos apremiáramos, porque su mamá había muerto, me inventé una historia que me avergonzó entonces, imagínate hoy.
DeleteMe ha parecido una historía muy bella y poética y me he sentido concernido, no sé sino como lobo solitario y bribón o como cucaracha; es simétrica, similar y análoga a tirar de las coletas de niños a la niña que más nos gustaba...
ReplyDeleteGracias. Pero no es merito mío. El amor es así.
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