Por la mañana Millet ya no estaba, y quedaron nueve negritos. Al amanecer del día siguiente, Correa ya no estaba, y quedaron ocho negritos. Pasó un día y hallaron el cadáver de Berlusconi, y quedaron siete negritos…
En el mundo real no funcionan los cálculos de Agatha Christie. En verdad muchas figuritas serían necesarias y una canción de cuna muy larga debería ser cantada en una isla misteriosa donde timadores y estafadores de primera fila (con un vocabulario del que cualquier indigente honrado se sonrojaría) deberían sufrir sus últimas horas reflexionando sobre como han fundado sus imperios ilegítimos a costa de los demás.
Me ha gustado mucho este post sobre el panorama un tanto deprimente que nos rodea últimamente y tu deseo final para los estafadores y timadores. Me pregunto si alguna vez reflexionan...
ReplyDeleteAhí está la gracia... Es la proximidad de la muerte (en sí y aún más como condena) lo que te hace reflexionar.
ReplyDeleteCiertamente, es injusto que sólo las buenas personas tengamos problemas de conciencia.
Gracias por visitar. Un abrazo.