El mar desordenado salta sobre los obreros y la tarde se cierra en la mezcla de bruma y espuma. Gris. Un hombre lleva caca en la mano. Unos chinos se han quedado el colmado. Me apena que la crisis tumbara a Marisol, la sevillana. La última vez que la vi me dijo que el subsidio no le pagaba ni la mitad del alquiler. ¡Y con tres criaturas! Marisol tenía los mejores tomates, los de gazpacho. ¡Yay! Le perdí la pista. Nunca pregunté dónde vivía.
¿Es la soledad algo personal?
Tuvimos suerte de ver la cripta a solas. Eso sí. Y los colores, aún nublado…
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