El luto es un sentimiento extraño. Lo que en verdad quieres es que las cosas vuelvan a lo que eran y dejar de sufrir. Ni siquiera es tristeza. Tampoco dolor. Ni echar de menos. La tristeza, el dolor y la nostalgia se pueden curar con el tiempo. El tiempo de luto es la intangible angustia por la ausencia de vida, la vida que se fue y nuestra vida, que no despierta, que no puede despertar. Es la amputación. Pensar en una risa nos duele más que las lágrimas, porque nada nos devuelve lo que nos falta. Y sin embargo la risa es necesaria y surge y quizás alivia, pero el retorno de la euforia es peor, porque nada ha cambiado, debemos seguir viviendo con todo lo que no fuimos capaces de resolver. Nunca estamos tan expuestos a nuestra personalidad como tras la muerte de un ser amado. ¿Por qué nos comportamos como lo hicimos? ¿Por qué nunca llegamos a decir aquello que quisimos? ¿Por qué no estuvimos presentes en el último momento? ¿Por qué tuvimos que salir de la habitación a atender una llamada o por qué no acudimos al rescate cuando se nos pidió? Nuestra complejidad nos lleva a culparnos y esa culpa no desaparece, no desaparecerá. Hay que convivir con ella. Y recordar que los errores que cometimos son lecciones de cambio, que la imperfección es humana, y que no todos los accidentes, enfermedades, desatinos son culpa nuestra, por mucho que necesitemos controlarlo todo, por mucho que pensemos que podemos tener control.
Porque existimos, las cosas son como son. Pero no somos el centro del universo y las cosas también suceden sin que actuemos sobre ellas.
Me serena pensar que estamos en la nieve, cortados de frío. Me besas, tus labios tibios. Me sonríes, me dices que tienes que marchar. Tú eres un hombre espiritual y no te va todo esto. Te subes al telesilla, me saludas con la mano, empiezas a remontar. “Lo siento”, grito y tú gritas “yo también lo siento” y en las montañas rebota nuestra despedida. Eres una herida roja en la ladera blanca, un beso en la nieve, un adiós, y aún te veo mover un brazo. “No te preocupes” gritas. Un tumulto en la garganta me obliga a llorar. Comienza la nieve… Copos ligeros y grandes, gélidos, en mis ojos. Tengo frío, tengo que reaccionar. Me doy la vuelta y desciendo a gran velocidad.
Más y más lejos de ti, tan vertiginosamente...
Más y más lejos de ti, tan vertiginosamente...
un escrit precios i ple de tedresa. Ets un amor de persona i una amiga... no tinc paraules per dir-te el que sento. un petó
ReplyDeleteamantis.
Gràcies.
ReplyDeleteTus palabras son corrientes de viento que limpian la realidad y ensalzan los sentimientos. Gracias por estar ahí y existir siempre! Un abrazo!
ReplyDelete:-)
ReplyDeletex