En serio, sólo quiero (como si lo que yo quisiera tuviera alguna fuerza) que los 13 que quedan en el país salgan inmediatamente y no tengamos que lamentar exposiciones a la radiación. Me parece muy bien la disciplina japonesa del “no ofender” a los demás con la energía negativa de la preocupación, pero ahora mismo es lo mismo que mentir.
De hecho, es igual de peligroso que lo fue Chernobyl, que lo fue para todos, por mucho que nos quieran convencer y nos hagamos los convencidos. ¿O cómo creéis que llegó tanto cáncer en tropel, justo un año después? ¿Del tabaco?
¿De tomar el sol?
¿De tomar el sol?
En fin, las teorías lógicas, como la observación de la naturaleza, no gozan de credibilidad alguna. Las llaman conspiraciones. Nosotros mismos, para no agobiarnos, las metemos en el mismo saco que las supersticiones y nos quedamos tan panchos.
Algunos estudiantes se resisten a hacer trámites, colas e incomodidades sólo porque desde aquí estamos “preocupados”, cuando allí se vive la vida con perfecta normalidad. Quizás es cierto y los medios son alarmistas, quizás mientras estamos pendientes de la fuga radioactiva nos olvidamos un poco del capullo de Gadafi y de los años dorados en que nuestros gobiernos le lamieron las pelotas, lo mismo que se las lamen a Berlusconi, lo mismo que se las lamieron a Bush, padre e hijo, Putin, Reagan, Franco, Hitler, y un largo etcétera de capullos deformes, locos, pervertidos que sólo a la fuerza puede obtener algo de cariño.
Zapatero, ¡Vuelve a nosotros! Antes de que sea demasiado tarde, ¡Aún estamos a tiempo! ¿Qué os ha pasado, a ti y a Obama? ¿Tan fuerte es la presión que no os deja escuchar la voz de vuestro pueblo?
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