Atajé el acoso en el teléfono móvil avisando a mi compañía
de que, si seguía con ellos, no era por las grandes ventajas que me ofrecían, sino
porque hasta el momento nadie me había tocado las narices. “Si esto cambia —
amenacé —, me cambio”. No he vuelto a recibir llamadas publicitarias, ni
siquiera de ellos mismos.
Más difícil es en casa. Lo normal es que todas las llamadas
sean publicidad excepto una o dos al mes, que, al no cogerles el teléfono,
llaman al móvil. A veces, incapaz de concentrarme, respondo alguna llamada, me
trago el rollo y espero que, de este sitio, no me vuelvan a llamar.
Pero lo que no sabía es que ahora te pueden acosar en el
curro también. Si sales en algún directorio, no te sorprenda que un día de
estos te localicen para venderte un seguro cualquiera.
Lo siguiente será mirar un escaparate, que salga el
encargado y navaja en mano grite: “¡Compra! ¡Compra o te rajo!
¿De qué compañía eres? Porque yo me haré de ella. La mía me llama más que mi mujer.
ReplyDeleteComienza por V.
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