Tuesday, September 25, 2012

Hostil



Estabas en tu rincón, los ojos furiosos. Mis manos se hincharon, crecía la necesidad de abrazarte, de besarte, de tu aprobación.

No me mirabas.

Pasaron unos minutos. De la tensión, los demás se fueron y cuando te hartaste del silencio, te levantaste y te acercaste a mí, con empatía cero.

- No quiero volver a verte en la vida – dijiste.

Compacté dignidad (poca) y entereza (no sé de dónde salió). Me puse los zapatos. Caminé hacia la puerta con un dolor aturdido, confundido en vino.

En la calle desierta y hostil busqué mi coche y no sé ni cómo conduje a casa.

Nunca volví a verte.

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