Wednesday, January 09, 2013

Carmelitas


Hay en mi pueblo una iglesia de carmelitas sepultada en los edificios que han ido creciendo alrededor. He ido con la intención errante de llorar, que es a lo que a las iglesias se va.

No sabía que llegaba al final de un servicio hasta que estuve dentro y me encontré con la algarabía de señoras vestidas de pieles (ni que estuviéramos en Finlandia), luciendo sus perlas y joyas y oliendo a sephora. Parecían recién salidas de la peluquería. Los hombres, más discretos, aunque claramente adoctrinados en el arte del buen vestir, participaban del encuentro, pero se les notaba que les sería más cómodo saludarse en el bar.

Bueno, ante tal escena, me han entrado más ganas de llorar pero, claro, la situación le quitaba todo el romanticismo. Es como si planeas la noche “Breakfast at Tiffany's” para soltar el moco con tu mejor amiga y va y se presenta con el novio. O algo así.

El caso es que he vuelto a la calle y en la entrada había un señor modesto, limpio y educado que pedía limosna y ofrecía su curriculum a cambio. Tres hijos. Esposa que limpia casas. Hemos conversado unos minutos. Le he dicho que tenía unos amigos que traspasaban el restaurante y que quizás el nuevo chef... Pero ni siquiera conozco al nuevo chef. Ni siquiera le han aprobado el crédito para el traspaso. Y no sé si necesitará ayudante...

No importa, me ha dicho él.

- ¿Vienes a menudo a la iglesia? - me ha preguntado
- Sólo cuando estoy triste.

Y me ha ofrecido su mano.

Dios, no tengo motivos. No tengo motivos...

4 comments:

  1. Anonymous1:38 PM

    Tots ens equivoquem de temple. Normalment caminen o esperen.

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  2. No són refugis, si fan por.

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  3. Anonymous4:02 PM

    Los detalles son los únicos que pueden convertir la tristeza en algo de luz.

    Bruja

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  4. Y el amor, Bruja. Y la amistad. Que no son detalles, son como el sol, son base. Humana.

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