Mes de exámenes, mes de vida, de muerte y agobio. Es difícil prever el verano cuando aún no he ido ningún día a la playa.
Un coche sin luces avanza hacia mí. Un coche sin luces es un balón pintado de autógrafos de alguien que un día ganó. La muchacha atraviesa la plaza en euforia. Sus gritos se nutren de senos sin sujetador. Fue un gol. Tal vez no signifique nada.
Un chico cabalga a otro chico y canta: “¿Por qué no me quieres?”, a pleno pulmón.
Es fácil olvidar, si realmente se quiere.
Necesito un banco para escribir esto.
Donde antes subsistía un inmueble que no consigo recordar, hubo durante un tiempo un hueco. De un día al otro hay ahora esqueletos del futuro de la urbanidad. Si no me gustan los hogares modernos es porque me recuerdan a las torres de los padres de mis amigas de la infancia, en verano, cuando después de comer oscurecían todo para ver la televisión al fresco.
Hoy he hecho una canción. No sabía cómo grabarla, no tenía la tecnología. Nadie me ha escuchado. Pero hoy he hecho una canción.
Lo que no queda escrito, no permanece. ¿Y qué importancia tiene?: Que yo, soy yo.
Tengo desafíos en el futuro, tengo que concentrarme, trabajar duro. Paradójicamente, me da tiempo para mí, para pensar, en general, sin parámetros…
Carreras… En un videojuego, en la televisión, en directo… ¿Diferencia? Dímelo tú. En mi caso, el mundo se ha reducido a una canción. Una de mis cinco favoritas. Pero siempre fluctúan. ¿Dónde está el punto y final? ¿Orgasmo? ¿Aburrimiento? ¿Saciedad?
Sé que debo rendir mañana. Y el resto de la semana. Pero hoy es diumenge, domingo, dimanche, Sunday…
Un día la tierra se tragó el edificio donde vivía mi amiga Sally. Sally sobrevivió.
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