Monday, January 23, 2012

Las verdades necesarias

A través de un cristal ámbar, algo se movió. Al intentar incorporarme, resultó que tenía roto el tobillo izquierdo, aunque no recordaba porqué. Me quedé sentada en la cama, mirando la habitación. Pósteres de antiguos ídolos adolescentes, cortinas de cuadros y un tocador vacío, salvo por una bandeja donde había comida. Famélica, me puse en pie sin pensar y grité de dolor. Saltando sobre el pie bueno llegué al tocador, me senté en la silla, devoré lo que en el plato había.

Alguien me observaba desde la puerta, un cuerpo color naranja envuelto en un traje de plástico.

— No te asustes —dijo—, padezco una mutación no contagiosa, pero debo andar con cuidado, mi piel es extremadamente sensible. Con un simple roce, puedo perder una parte del cuerpo.

— ¿Eres un zombie?  — Pregunté.

El monstruo rió en una carcajada lenta y sopesada, como siempre reía él, no fuera a caérsele un diente.

— Espera a conocer a mi madre — dijo—, ella está peor.

No quería mirarle, pero no podía evitarlo. Al cabo, el monstruo dijo:

— Me llamo Bruno, ¿y tú?

Y al anunciar que mi nombre era María, conté mi primera mentira. Fue algo involuntario, pero me proporcionó un gran placer. A partir de entonces ya no tendría verdad y mi imaginación iba a construirme las verdades que fueran necesarias.

2 comments:

  1. Son bonitos estos relatos, juegan con inocencia a través de las cosas y las palabras, y suceden como por generación espontánea.
    Saludos SBP
    Manuel

    ReplyDelete
  2. Eres generoso, maestro Manuel...

    ReplyDelete