Dividiendo el mundo una
vez más. ¿Bailas o no bailas? ¿Y si decides bailar, cómo te
expones?
Es lógico que bailar dé
miedo a tanta gente. Pueden llamarlo como quieran, que no saben, lo
que más, pero es evidente que se trata de miedo. Hace poco estuve en
una boda donde media familia era latina y, aunque en esta parte del Mediterráneo no somos ni sosos ni miedosos y no nos cortamos un pelo
a la hora de bailar, ¡cómo vas a comparar! ¡Es que ellos caminando
ya bailan!
Pero vayamos a un lugar
más neutral, en edad y en estilo, vayamos a una discoteca:
Allí encontramos a la
persona que piensa estar guiando una maratón de aerobic. También la
que danza de verdad y no puede disimularlo, por mucho que,
obviamente, corte el rollo a los colegas que le acompañan. Está la
figura arrimadora, la provocadora, la extasiada, la indiferente, la
animadora, la que se hace de rogar, la que mira al suelo, pudorosa.
Nunca faltará alguien que
se mueve como un pollo, como un felino, como un caballo. O que imita
a un dinosaurio, a una serpiente, a un flamenco.
Bailar es un expresión
del ser, se quiera o no se quiera. Lo mismo que reír y llegar al
orgasmo. Si se falsea, resulta ridículo.
Cuando alguien me
carga mucho y me comienza a violentar, me lo imagino bailando.
Probadlo, llega a ser más infalible que lo de cagar.
Sin dudar..... lo probaré.
ReplyDeleteBona nit.
Ya me dirás si funciona... ;-)
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