Y de repente el divorcio
de los Pitt-Jolie acapara todas las esferas. Periódicos, tv, radio,
redes, cafeterías, calle, whatsapps. Me hace pensar en Perséfone. Y
en Enrique VIII. Y en Cleopatra. No sé cuál es el extraño
transtorno de la personalidad que permite a un ser humano alegrarse
por las desgracias de alguien más encumbrado, a quien no conoce más
que por los tabloides. Y aunque seguro que, como todo, ya tiene un
nombre, yo lo llamaré el “síndrome de la corte”. Que tú, pobre
ser que trabaja de sol a sol en la aldea, te creas por un momento más
feliz que la persona a la que has estado idolatrando.
foto Vanity Fair Italia |
O que te veas en la necesidad de hablar de ello, como hago yo, humilde trobadora de
esta época ridícula en tantos aspectos (y épica en tantos otros).
Los valores en los que nos movemos son
antiguos y zafios, además de carecer de ingenio. Y si realmente alguien cree que ahora el mundo es un lugar mejor porque vuelven a tener una oportunidad con Angelina o Brad, como cuando en el colegio las niñas pensaban que un día podrían ligarse al príncipe, el Felipe, es que estamos muy enfermos. O que yo no acabo de pillarle el sentido del humor.
Pues yo a ese síndrome lo llamo envidia y ya está. Muy extendida
ReplyDeleteja ja ja!!!!
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