Saturday, January 27, 2007

Una nota bajo la puerta 3

El agente Santos pecaba de impertinencia, o tal vez era ese su método. A Erik no le hizo gracia alguna que lo primero de todo, nada más cerrar la puerta tras él, el agente olisqueara al aire y dijera: “sexo”.

—Imposible —protestó Erik con energía.

Y el agente le lanzó una mirada desconfiada.

Erik relató, no sin interrupciones que a su juicio no venían al caso, lo ocurrido. Su novia llegaba aquella tarde para pasar el fin de semana con él, como era habitual. Había hablado con ella por teléfono al salir del trabajo. Había notado cierta tensión en su voz.

—¿A qué lo atribuye?

—No lo sé, quizás sólo cansancio del viaje.

—Y sin embargo le pareció extraño.

—Por lo general esa es siempre una llamada jovial, divertida… Los dos tenemos muchas ganas de vernos, después de toda la semana.

El agente volvió a olisquear y dio uno, dos, tres pasos hacia el sofá. Sacó de su bolsillo una libreta, pero no sacó bolígrafo. Erik le ofreció uno. El agente dijo:

—No lo voy a necesitar.

El agente se sentó en el sofá.

—¿Tiene alguna idea de adónde puede haber ido?

—Si lo supiera no les hubiera llamado —respondió Erik algo irritado.

—¿Algún lugar favorito? ¿Alguna amiga, amigo?

—Pues claro, todos y ninguno. Podría estar en cualquier lugar. Pero he llamado a sus amigos más cercanos y nadie sabe nada de ella. Por supuesto les he pedido que me comuniquen cualquier noticia.

—¿Algún motivo de discordia entre ustedes dos?

A esto Erik dedicó unos instantes de reflexión. Ella quería tener hijos, él no. Ella quería que vivieran juntos. Él no. Ella quería vivir en Nueva York. Él quería quedarse donde estaba y, de cambiar de lugar, Nueva York era, claramente, una NO-destinación.

—No… Sólo lo común entre parejas. Ella quiere unas cosas y yo otras.

—¿Y quién gana?

Llevaban tres años juntos, nada había cambiado en su situación.

—Ninguno de los dos.

Mercat d’hivern

Ja és migdia quan baixo al carrer del meu barri d’adopció. Un d’ells. Tres senyores caminen del braç.

—Entrem en aquest? —pregunta una.

—No, no m’agrada com fan aquí el cafè —respon la del mig.

—A més tenen tele —diu l’altra—, la tele diu moltes mentides.

Ja passat el mercat, a la plaça del músic assassinat, dos nens riuen embogits, perseguint els coloms; l’un a la carrera, l’altra en bicicleta. Els coloms semblen prou entretinguts amb el joc.

Davant del metge hi ha una nena abraçada a un arbre que plora. La mare l’intenta convèncer de continuar caminant. La nena plora amb més ràbia.

—No està bé això que fas —diu la mare—, ja saps qui ho fa també, oi? I oi que no ens agrada? No està bé fer sentir als altres culpables de les coses que et passen a tu.

El sol no entra en els racons. Els carrers són tan estrets. L’Eire i jo ens asseiem en una taula privilegiada, però el sol s’hi queda només deu minuts; després, ens quedem congelades. S’ha tallat els cabells i està molt guapa. No ens havíem vist en un mes. Jo estic mig malalta i cansada. Ella està mig adormida i morta de fred. Amb tot, ens intentem posar al dia.

Quan torno a la meva casa d’adopció tinc els peus glaçats. Ja només queda sol a la Plaça que hi du el nom.

Thursday, January 25, 2007

Piedra número diez: “enamoramiento”

Una persona chula sólo puede impresionar bajo los efluvios del enamoramiento, cuando tendemos a ser estúpidos y pasar por alto las señales claras que en el futuro significarán rechazo. Sin duda, al cabo de pocos meses, comienza a apreciarse la realidad. De la ceguera a la certeza sólo hay un paso. Y perpetuar el camino de la estupidez, en nuestra sociedad, es una tontería muy peligrosa. Es más, los gobiernos deberían firmar tratados de no proliferación de la estupidez humana y, ya puestos, de no enamoramiento.

Hay que añadir, también, que aquellos y aquellas que se lamentan porque sus parejas tienen suerte y les va bien después de ellos/ellas, sufren de ausencia de amor. No amaron, no saben amar, quién sabe si aprenderán. Esperaron algo a cambio y eso es comercio. Huelga decir que el amor poco tiene que ver con el comercio y la especulación y que si, en su sanidad, admite el juego, es sólo para hacer la vida más divertida, no para sufrir o hacer sufrir. Faltaría plus.

Sin relación con el objeto de esta piedra quedan, por supuesto, los casos de maltrato en cualquiera de sus vertientes.

El enamoramiento tiene que ver, quizás, con los encuentros y desencuentros entre niños y niñas que aún no han encontrado su rumbo en esta vida.

Wednesday, January 24, 2007

Una nota bajo la puerta 2

Erik llegó a casa y Fátima no estaba. Hacía sólo media hora que había hablado con ella, pero sentía que algo había sucedido, algo que les separaba. La esperó un rato, pues al llegar el cerrojo no tenía echada la vuelta y a pesar de que su costumbre, si tenía que salir, era dejarle una deliciosa nota junto al ordenador, pensó que habría salido con prisas a por algo en el último momento. Aún así, el lugar estaba extraño. Olía diferente, un poco como al perfume que usaba su jefa, pachulí, pero no tan fuerte, algo más sutil. Después de una hora comenzó a preocuparse y la llamó al móvil, pero no contestaba. Llamó a su casa, le respondió la hermana. Fátima no venía esta noche, ¿no suponía pasar el fin de semana con él?

Esperó hasta medianoche y a intervalos irregulares volvía a llamarla al móvil. Preocupado, decidió avisar a la policía.

Tuesday, January 23, 2007

Una nota bajo la puerta

Fátima tenía dos opciones: callar y seguir la corriente o rebelarse. La primera opción perpetuaría la situación pero le proporcionaría, quizás, unos días de tranquilidad, hasta que decidiera qué hacer a partir de ahora con su vida. La segunda significaba salir de casa corriendo, sin darle ni siquiera la oportunidad de regresar y explicarse. Y sin duda estaba apresurándose a casa, seguro, poniéndose quizás en peligro en la autopista.

Había vivido minutos de estupefacción:

(“Erik, fue genial anoche, eres tan buen amante. A ver cuando podemos volver a escaparnos”, de aquella firma que desconocía pero cuya autora no podía ser sino Aurora, el amor platónico, la permanente acechadora. ¿Y por qué habría dejado la nota por debajo la puerta? ¿Acaso ignoraba que ella tuviera llaves de casa?)

Había vivido un instante de triunfo, al oír la voz de él al teléfono, preguntándole si ya había llegado a casa y si todo iba bien.

Ella había respondido con un herido: “¿Habría alguna razón por la cual las cosas no pudieran ir bien?”.

No tenía ningún sentido esperar su llegada. Con el tiempo olvidaría. Con el tiempo dolería que una historia tan bonita se hubiera estropeado de este modo tan habitual. Pero ya no iba a poder amarle. Ella no sabía compartir.

Cogió las cuatro cosas que había dejado en casa de él por comodidad y salió sin pensarlo dos veces. Se apresuró camino de la estación de tren, no fuera que perdiera el último y se quedara atrapada en la ciudad. Y sólo cuando la fría luna vio el destello del contaminado mar se permitió llorar, como lloran por última vez los que no volverán a enamorarse.

Tuesday, January 16, 2007

University bombing kills 60 in Baghdad

Han mort 60 universitaris a Bagdad. Bush n’envia 20.000 nens més. Quina diferència ens fa, saber aquestes notícies? Venem els nostres cotxes? Deixem de volar en avió? Abandonem la societat i marxem a retrobar-nos amb els camps erms, els pobles abandonats? Són les rebaixes. Si esperem prou, en un parell de setmanes, seran les segones rebaixes. En què pensem quan anem a dormir? En què pensem quan despertem? Proposo que tot d’una abandonem tots Barcelona. Potser així deixaria de ser la ciutat més cara d’Espanya. Potser així podríem arribar a fi de mes.

Piedra número nueve: “desafío”

Siempre es algo que importa, algo duro. No algo en lo que nos creemos, con más o menos razón, capaces, no algo de lo que estamos convencidos, incluso sin saber. A veces nos planteamos objetivos y por el mero hecho de ser difíciles, laboriosos, de requerir nuestro esfuerzo y nuestra voluntad constante, los llamamos desafíos. No, mes amis, el desafío es la incógnita absoluta. No tenemos más control que el de nuestras habilidades conocidas y ni siquiera sabemos si serán útiles en nuestra empresa. A menudo confundimos nuestras humildes fuerzas con capacidades. Medirse, en el fondo, es lo que cuenta y para muchos, artistas, bohemios, eso es imposible sin público. Pero no juzguemos un aplauso por un logro, ni el silencio con el fracaso. ¿Acaso era un desafío u otro trayecto oculto hacia la satisfacción del ego?