Tuesday, October 02, 2007

El mar en tiempos indecisos



(fotografía pirateada de www.surfbcn.com)

Ver las fotos de Xavi Aragonès me ha empujado esta tarde ciudad abajo para llegar al mar. Y qué distintas son las cosas cuando se observa la gandulería general de todos aquellos que, pese el viento que gira y las nubes que se cierran y oscurecen, se resisten a abandonar la arena caliente.

He estado durante un buen rato sin hacer nada, cosa que me han recetado pero que aún no había encontrado el momento para hacer. Estar sin hacer nada me cuesta, porque es lo más parecido a la muerte. Sin embargo, reconozco las virtudes de la no-actividad. Aunque no se puede decir con exactitud que haya estado en la playa sin hacer nada. He hundido mis manos en la arena, por ejemplo, que es agradable, aunque sea en la Barceloneta. He mirado a unos chicos que jugaban al fútbol, más bien ensayaban cabriolas con la pelota, lo cual, como espectador y además gratuito, es muy divertido. He seguido las peripecias de un grupo de voladores de cometas. Un padre y una hija (guiris) le han dado unas doce veces al botón de la ducha hasta que por unanimidad han decidido que ya estaban suficientemente limpios. Ah, pero incluso eso en una tarde así se puede perdonar, al fin y al cabo ayer llegó alguien a nuestra oficina a quien ofrecimos café y cuya respuesta fue: “no gracias, el sistema de esta cafetera (Nespresso) no es sostenible”. ¡Y yo, la ecológica, me tomo dos cápsulas al día! Si es que no se puede decir…

Me he tumbado sobre la arena, con la agradable sensación de que cuando me hundiera, no iba a hundirme del todo. Siempre he sido del parecer que pensar en lo terrible que podría suceder es ser realista y no pesimista, porque aunque soy exigente (insoportablemente exigente) con el presente, para el futuro siempre reservo todo el optimismo del mundo. Del pasado no suelo ocuparme.

Nubes de bochorno en octubre, ya no recuerdo si es habitual. Pero ayer comí un boniato y estaba delicioso, aunque siga calzando sandalias y camisas sin mangas.

Lo que sucedió en las últimas semanas era algo que tenía suceder, en algún momento, son de esas cosas que sabes. Podría afirmarse que en una situación así, la tensión es dinamita y no hay a veces más remedio que provocar la explosión. No sé. Me da lo mismo. Ya pasó.

Ahora hay que construir, como después de cada revolución. Y, afortunadamente, los cimientos son un tesoro y nadie está tan loco como para abandonar un río lleno de oro.


2 comments:

  1. construir es la parte más ilusionante de la vida... me ha encantado el post, te he visto en la playa, con las manos hundidas en la arena para después extraerlas y comenzar a edificar castillos en la arena...
    un abrazo, stella, aquí seguimos!

    paula

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  2. particularmente, creo que la parte más ilusionante es enamorarse. un abrazo guapa.

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