Los fantasmas de Navidad
Avisté una sombra que dejó un rastro ácido en el umbral de la puerta. No me atrevía a pisarlo y sin embargo debía salir, no podía quedarme para siempre dentro. Las ventanas estaban selladas y líquidos inquietos repicaban las campanas. Me he sentido inútil y prescindible. Supongo que no pasa nada con estar enferma. Excepto que la vida es más aburrida.
querida stella, yo lo plantearía de otro modo, sólo cuando se manifiesta la enfermedad es cuando empezamos a curarnos, en la enfermedad es cuando el cuerpo y el ser se decide a luchar contra los 'organismos invasores'...
ReplyDeleteun abrazo, you never are alone, you know...